MARTÍNEZ-RISCO, Manuel

Por Luis Martínez-Risco

[Ourense, 1888-París, 1954]

En la elaboración de este trabajo, además de la escasa documentación existente sobre Manuel Martínez-Risco Macías, están presentes los comentarios que mi padre, su ahijado, hacía en casa. Mi padre nos hablaba de un familiar, muerto antes de que yo naciera, digno de ser recordado y admirado. Inculcándonos, de esta manera, y quizás sin pretenderlo, el espíritu republicano y sus valores democráticos. Actitud esta, aún más admirable si consideramos que vivíamos en una época y en una sociedad en la que cualquier referencia a la libertad de pensamiento y de respeto por la ideología contraria, tenía un cierto aquel de callada rebeldía frente al sistema tan violentamente instituido desde el golpe de estado de julio de 1936.

La figura de Manuel Martínez-Risco Macías (Ourense, 1 de diciembre de 1888 – París, 3 de mayo de 1954), resulta desconocida para la mayoría del público gallego por causas diversas. Una de ellas es por el hecho de desarrollar su actividad académica fuera de Galicia, así como por el hecho de que su labor académica e intelectual estuviese vinculada a la física-óptica y no a las humanidades, con una mayor relevancia social en nuestra sociedad. También puede influir el hecho de no militar en un partido de ámbito exclusivamente gallego, a pesar de ser diputado electo por Ourense en las Cortes Constituyentes de la II República y participar activamente en el non-nato Estatuto dos Parlamentarios. Y, especialmente, por su actuación cuando en las elecciones de febrero de 1936 ganadas por el Frente Popular, en las que vuelve a salir diputado, en el recurso presentado ante las Cortes para anular unos resultados fraudulentos, que en la provincia de Ourense, favorecieron a la candidatura calvosotelista en perjuicio de  Alexandre Bóveda. Concretamente en el Partido Judicial de O Carballiño, donde José Calvo Sotelo fue diputado desde la Restauración.

Mas para aquellos que tuvieron la fortuna de conocerlo y de tratarlo, o bien de acercarse a posteriori a su obra, Manuel Martínez-Risco resulta ser un hombre de formación ideológica, comportamiento ético personal y proyección académica e intelectual de primera magnitud. Prueba de este reconocimiento bien puede ser la publicación de sus obras científicas[2] en 1976 propiciado por la Presses Universitaries de France con motivo del homenaje rendido a su persona por la Académie des Sciencies del país que lo acogió en su exilio.

Como muchos otros, sufre Manuel Martínez-Risco los avatares del exilio, por lo que oficialmente en la larga noche del franquismo fue un perdedor y, como tal, condenado al olvido y al ostracismo. Mas el infortunio le acompaña, como a muchos otros, en el lento y no culminado proceso de recuperación de la democracia y lucha por establecer una sociedad verdaderamente civil en el estado español. Es manía personal, pero considero que la preocupación -totalmente lógica e justificable teniendo en cuenta el medio social y los recursos disponibles- de la intelectualidad gallega por mantener vivas las señas que definen a Galicia como nación y a los gallegos como pueblo con identidad propia, condiciona centrar la actuación política, también la mediática, en aquellos personajes cuya labor está más estrechamente vinculada a la definición y defensa de Galicia como realidad nacional. Mas ya es hora de preocuparnos por aquellos que trabajaron en otros ámbitos e intentar recuperar el potencial intelectual del que se beneficiaron aquellos países que acogieron a los que obligados por las circunstancias, tuvieron que marchar o que, voluntariamente, no quisieron vivir bajo la dictadura franquista[3].

En mi intervención pretendo abordar su figura desde tres perspectivas: académica, ética y política. En su caso difícilmente disociables. El exilio, doloroso incluso familiarmente, no supuso un antes y un después, toda vez que Manolo continuó  con su labor académica y siguió siendo fiel a su compromiso político y ético hasta su muerte en París el 3 de mayo de 1954, cuando contaba con 65 años.

 

EL ACADÉMICO.

            Manuel Martínez-Risco Macías cursa brillantemente bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Ourense[4], siendo compañero de aulas don Ramón Otero Pedrayo. Se licenció en la Universidad de Madrid en 1908 obteniendo el premio extraordinario en Ciencias Físicas y doctorándose al año siguiente, en el que ingresa como numerario en la Sociedad Española de Física y Química, con la tesis La asimetría de los tripletes de Zeeman.

Fue discípulo del profesor Blas Cabrera y del nobel holandés P. Zeeman, con quien trabajó a lo largo de tres años en el Laboratorio de Física de la Universidad de Amsterdam. Fruto de este trabajo son dos memorias. La primera de Magneto-Óptica, que será traducida del español al alemán. La segunda, en colaboración con Zeeman, trata de la influencia de un foco luminoso sobre la posición de sus rayos espectrales.

Un aspecto a tener en consideración; si Manuel Martínez-Risco pudo estudiar en Amsterdam con Zeeman fue gracias a la Junta de Ampliación de Estudios, que tenía como uno de sus principales objetivos propiciar que científicos españoles salieran al extranjero para aprender nuevas técnicas y contribuir a sacar a la ciencia hispana del atraso y aislacionismo científico que muchos retrotraen al reinado de Felipe II.

De regreso a España, en 1914 gana por oposición la cátedra de Acústica y Óptica en la Universidad de Zaragoza. En 1919 se traslada a Madrid al ganar la cátedra de Acústica y Óptica en la Universidad Central de Madrid. A lo largo de estos años se dedica plenamente a la docencia e investigación en óptica, siendo reconocido en el mundo científico por sus trabajos sobre absorción atómica. Uno de los trabajos que más impactó en el estado español fue el Análisis espectral del meteorito de 19 de junio de 1924[5] en el que realiza un análisis del meteorito caído ese día en la localidad de Olivenza (Badajoz). En 1927 publica Estudios generales sobre aberración esférica de orden superior: Invariantes de los diotripos de revolución.  Sus trabajos e investigaciones en los campos de la óptica y de la acústica propician que presida el Patronato de Óptica del Ministerio de Marina, donde aplicará su saber en divulgar aspectos relacionados con el sónar, por ejemplo en la localización de cañones por medio del infrasonido. Durante la Guerra Civil podrá aplicar estos conocimientos desde la presidencia del Comité de Coordinación de los Servicios de Óptica[6].

Durante años compaginará su labor docente e investigadora con la presidencia de la Sección de Ciencias del Ateneo de Madrid, y junto con Lucas Fernández Navarro consigue que esta sección ocupe un primer plano en la vida intelectual de la capital del estado[7].

Esta actividad académica va a decrecer debido a su dedicación a la política, en especial desde que es elegido en 1931 diputado a las Cortes Constituyentes y, posteriormente, en las elecciones de 1936.

Tras el triunfo franquista se exilia en Francia donde, al concluir la II Guerra Mundial, recibirá el apoyo del Centre National de Recherche Scientifique que lo nombra Maître de Recherches pudiendo continuar su labor de investigación, centrada en esta época en la teoría de la  relatividad, los rayos X y las ondas hertzianas. Según José María Laso[8], fue el científico español que más dio de sí tanto en la Universidad de Madrid como, posteriormente, en el exilio en París.

De la lectura de su correspondencia familiar, así como de la mantenida con Castelao y Otero Pedrayo[9], podemos deducir dos aspectos singulares de una vida dedicada a la investigación. Primero, el refugio que encuentra en la física para superar la dura vivencia del exilio, especialmente durante la ocupación nazi cuando se vio obligado a subsistir trabajando de zapatero[10].  Años en los que escribió numerosos trabajos que guardaba para publicar una vez finalizada la contienda. En carta a Otero Pedrayo[11] dice:

Continúo trabajando en esas chifladuras de la Relatividad, que me valieron durante años, y en los años más difíciles, para encerrarme en mí mismo y no ver las fealdades del exterior: tuvimos aquí una guerra -¡otra guerra!- y había que aislarse para no contemplar la realidad.

Otro aspecto, a mi entender más interesante del posicionamiento intelectual y académico de Manuel Martínez-Risco, es su actitud de no dar por cerrada una investigación, así como aspirar a que sus aportaciones puedan sugerir nuevas expectativas que favorezcan el avance científico. Dice a Otero, en la carta referida anteriormente:

Me conformo con la intención de que mis trabajos sugieran en los lectores interés e inquietud por cuestiones que no acaban de conocerse a fondo.

Su inquietud por el saber no se limita al mundo de la física. En diferentes cartas a Otero Pedrayo muestra cierto complejo por no tener unos conocimientos filosóficos más sólidos. En carta de 14 de abril de 1954, dice al que fue su gran amigo:

Conozco mal a Séneca. En mis lecturas, hace tres años que dedico cierta atención a temas filosóficos, y más debiera dedicarle; pero la vida mía está, por decirlo así, encajonada, y hace que, en esas materias, carezca de sólida base.

No soy yo, formado en historia y mediocre alumno de física en mi bachillerato, quién para valorar a aportación realizada por Manuel Martínez-Risco Macías a la física. Por tal motivo me permito recurrir a las palabras que René Lucas, profesor de La Sorbona y miembro de la Académie des Sciencies francesa, pronunció con motivo de los actos realizados a la muerte del profesor Martínez-Risco:

....la ciencia francesa se honraba por haber contado entre sus hombres al profesor español, cuyos trabajos no sólo fueron grandemente apreciados, sino que, muchos de ellos habrían de ser tenidos en cuenta, en lo sucesivo, por los investigadores de la Física, porque eran hitos máximos en el camino de su desenvolvimiento[12].

 

LA ÉTICA REPUBLICANA.

            Más allá de su militancia republicana, el republicanismo es para Manuel Martínez-Risco una forma de ser y de entender la vida, así como un compromiso social. Un ideario ético que lo acompaña a lo largo de su vida y al que siempre mantuvo una fidelidad propia de un estoico.

Nacido en una familia de profunda tradición liberal -un ejemplo lo tenemos en su abuelo, Vicente Martínez-Risco Elices, que proclamara la I República en Castro Caldelas-, es educado bajo los referentes de respeto y tolerancia por las ideologías contrarias. La influencia que el republicano Sales y Ferrer, casado con su tía Jesusa, hermana del inolvidable sacerdote Marcelo Macías, tuvo en la formación de Manolo y de sus hermanos fue de gran trascendencia. A modo de anécdota, que bien puede ilustrar el ambiente de tolerancia en el que fueron educados es la distensión matrimonial entre la católica Jesusa y el ateo Sales, así como el respeto intelectual y admiración mutua existente entre el republicano y krausista Sales y su cuñado don Marcelo, sacerdote y capellán de honor y predicador de Su Majestad Real, Alfonso XIII.

Durante su estancia en Madrid, Manuel participa activamente en las actividades del Ateneo[13], presidiendo la sección de Ciencias. Un Ateneo, según ERO[14], que hombres como Azaña, Gómez de la Serna o Manuel Martínez-Risco intentaban sacar del marasmo y decadencia al que lo sometieran los miembros de tendencia canovista.

El republicanismo era para Manuel Martínez-Risco la vía necesaria para regenerar el estado español y sacarlo del atraso y oscurantismo en el que vivía su sociedad. La austeridad y la moralidad, no solo pública sino que también privada, eran el bálsamo imprescindible para progresar. En carta a su hermano Sebastián[15] dice:

 (...). Jamás sobran, es verdad, ni son excesivos nunca, los méritos morales....Si de algo me debes gratitud es de haberte aconsejado bien todo el tiempo que has vivido a mi lado, y de haberme esforzado y preocupado de influir sobre tu ánimo, haciéndote formar de la vida el criterio que estimaba yo más acertado, evitando en especial que adquirieses ciertos defectos espirituales de los que yo no estoy libre....Una cosa, eso sí, quisiera repetirte. Casi todo en la vida depende de las cualidades morales; casi todo, pero no todo.

Como bien podemos apreciar, la moralidad es la base en la que fundamenta su praxis vital. Lo que falta para el todo es el trabajo, el esfuerzo intelectual y la austeridad. Virtudes estas que invocará en los mítines en los que participa cuando la campaña para las Cortes Constituyentes de 1931.

Durante el exilio continúa, pese a las dificultades (incluso económicas) fiel a sus principios. Deseaba regresar a España, se lo confiesa a Castelao[16], especialmente cuando después del triunfo aliado aguardaba a la liberación de la opresión fascista[17]. A pesar de que le ofrecen poder regresar a España, queda en Francia hasta su muerte. Ni siquiera vuelve cuando la dolencia crónica de su esposa, Fernanda Pérez Colemán, obliga a ésta a regresar a España para morir. En carta a su hermano Sebastián, datada en París el 31 de mayo de 1951, comenta que pensó en la posibilidad de acompañar a Fernanda hasta Ourense[18], pero ella desestimó la idea, por lo que, quizás para contrastar opiniones, pide al hermano que lo aconseje. El hecho es que Manolo permanecerá en Francia hasta su muerte, algo que no comprenderán muchos de sus allegados y de lo que se quejará a su gran amigo Ramón Otero:

El sobrevivir a los seres queridos es dura empresa, y ya para siempre. No se explican muchos, pero tú sí, afortunadamente, el que no ponga remedio a esta soledad y aislamiento de la familia. Me asombra enormemente que, habiendo razones tan claras, haya personas, incluso familiares, que no sepan interpretar mi vida. Después de toda la época pasada, no debiera ser ningún arcano el comprender mis razones, o habré de reconocer que soy un tipo absurdo, con los papeles perdidos, y que el mundo marcha de maravilla[19].

Hablamos líneas atrás de su inquietud por el conocimiento filosófico, que en mi opinión está relacionado con el deseo de dar sentido a su vida, especialmente después del fallecimiento de su esposa. En este proceso, que no dudamos en considerar de enorme valentía intelectual[20], encuentra cierta luz en la obra de Charlot, Candilejas, filme que confiesa tener visionado ocho veces y del que destaca su elevado nivel intelectual y humano[21].

En casa se nos transmitió una imagen estoica de Manolo. Creo que la confesión a Otero Pedrayo, dos años antes de su muerte, refuerzan esta imagen:

(...). Trataré, como he tratado siempre, de obedecer a los dictados de mi conciencia, aunque me tiranice y me haga sufrir. Por lo menos, dejaré el mundo con la convicción de que hice siempre lo posible por mantener la categoría de persona decente: será ese mi premio, y no busco ningún otro[22].

 

EL POLÍTICO.

            La trayectoria política de Manuel Martínez-Risco Macías está estrechamente vinculada a Manuel Azaña,  a quien trataba en el Ateneo y en cuyo proyecto político colaborará a lo largo de la II República, primero en Acción Republicana y después en Izquierda Republicana. Su faceta de hombre político se dará a conocer, por lo menos para la ciudadanía, cuando acepta la propuesta del Partido Radical de ser candidato de Alianza Republicana por la provincia de Ourense a las elecciones constituyentes de junio de 1931 en representación de Acción Republicana[23]. Durante la campaña electoral sorprenderá a los comentaristas políticos[24] por su elocuencia como orador.

Obtiene escaño con el respaldado de 23.380 votos, el cuarto más votado, por detrás del radical Luís Fábrega Coello (31.039), el agrario Basilio Álvarez (29.679) y el nacionalista Otero Pedrayo (24.704).

Puede sorprender el excelente resultado alcanzado por alguien que no vivía en Ourense. Mas a pesar de que desarrolla su labor profesional fuera de su ciudad natal, Manuel Martínez-Risco siempre estuvo preocupado por los acontecimientos de su Auria natal. Para muestra de lo que estamos diciendo es su participación,  junto a otros ilustres orensanos destinados en Madrid como Basilio Álvarez o Eloy Luis André, en la Comisión Pro-Biblioteca creada a iniciativa del bibliotecario don Juan Fernández Pérez Xesta cuando el incendio que tuvo lugar en la madrugada del 7 al 8 de diciembre de 1927 en  el Instituto Nacional de 2ª Enseñanza, hoy Otero Pedrayo, destruye la Biblioteca Provincial ubicada en una de las dependencias del centro de enseñanza.

Junto con otros candidatos de la Alianza Republicana[25] firma un manifiesto que deja entrever su posición política, de la que podemos entresacar cuestiones de concepción ideológica global (modelo de estado) y preocupaciones más puntuales referidas a la problemática orensana.  Se define como galleguista en España y españolista en Galicia, galleguista no separatista. Es partidario de la Autonomía para Galicia como instrumento necesario para sacar a este país de su atraso endémico. A diferencia de otros prohombres del republicanismo galaico que olvidarán, e incluso boicotearán el Estatuto de Autonomía, Manuel participará activamente en todo el complejo proceso estatutario gallego. Primero en el denominado Estatuto dos Parlamentarios, y luego en la Asamblea de Municipios de Galicia celebrada en Santiago entre el 17 y el 19 de diciembre de 1932. Incluso después de la Guerra Civil continúa apoyando la causa estatutaria, adhiriéndose al Consello de Galiza, autorizando a Castelao a usar a su nombre como diputado para cualquier cosa que precisara[26], aunque dejando claro que su posicionamiento político se limita a la simple militancia, rechazando cualquier puesto directivo.

Respetuosos con la libertad de cultos. Junto con el problema de la estructuración del Estado, la problemática religiosa será uno de los grandes problemas da II República. Manuel, en total coherencia con su formación[27], y a pesar de no renegar de su catolicismo, defiende un Estado laico.

Su otra gran lucha es procurar un equilibrio entre la propiedad  privada y la comunal, para acceder a una sociedad más justa. Equilibrio este muy propio de la izquierda burguesa que, sin renunciar a la propiedad privada, considera que esta debe tener unos límites para evitar cualquier desequilibrio social. Y en una sociedad agraria coma es la española de preguerra, y aún más la gallega; el problema de la tierra es totalmente trascendente para alcanzar ese equilibrio social. Y si a nivel estado, la izquierda burguesa defenderá la expropiación sin indemnización de ciertos bienes rústicos[28], los candidatos orensanos de Alianza Republicana proponen en su campaña electoral ciertas limitaciones para el minifundio, considerado como uno de los frenos para el desarrollo de la agricultura gallega.

En cuanto a las propuestas más directamente relacionadas con la peculiar problemática de Orense, cabe destacar las siguientes: Desarrollo agrícola, repoblación forestal, industrialización y creación de un régimen hidráulico para los ríos Sil y Miño, y el fomento de vías rápidas (en concreto la conclusión de la línea de ferrocarril Zamora-Orense-A Coruña)[29].

Perderá su escaño en las elecciones de 1933, volviendo a presentarse como candidato de Izquierda Republica en las listas del Frente Popular por la provincia de Orense. En estas elecciones, Manuel tendrá un cierto protagonismo cuando, junto con Alexandre Bóveda, impugna los resultados obtenidos por el Bloque de Derechas liderado por José Calvo Sotelo, eterno candidato del distrito de O Carballiño.

Ya en su número de febrero, el periódico A Nosa Terra habla de pucherazo en Orense[30], ampliando la información en los números de marzo y abril. Manolo, que sale elegido diputado por la lista de minorías, se encarga, con Alexandre Bóveda, Aníbal Lamas y Alfonso Pazos, de demostrar las irregularidades cometidas por los candidatos del Bloque Nacional. El trabajo de Manolo, que servirá de base al informe presentado a la Comisión correspondiente de las Cortes, es un detallado y sistemático estudio matemático-estadístico del desarrollo de las elecciones en cada una de las 516 secciones de la provincia, pudiendo demostrar que la elección fue simulada en 236,  lo que representaba un 47% del electorado. La contundencia de las pruebas morales y materiales tienen acogida en el Parlamento, lo que implica, según A Nosa Terra, el derrumbe del caciquismo tradicional orensano. De nada servirán las chanzas, recogidas por El Pueblo Gallego, con las que los candidatos cuestionados intentan desprestigiar la capacidad política de Manuel Martínez-Risco, a quien solo reconocen su valía académica y científica.

Hablamos líneas atrás que para Manuel Martínez-Risco la moralidad es la base de cualquier compromiso vital, y el político no está exento de este condicionante.  Puede que no sea tan conocido, incluso en  su época, en ciertos medios políticos, pero lo que si podemos afirmar es que tenía peso específico en la política de “izquierdas” en el Estado español. Fundamentamos esta afirmación en el hecho de ser designado vocal de la Junta Central de la Liga Española de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, acordada en el II Congreso Nacional celebrado en Madrid el 6 de julio de 1935[31]. O en formar parte, en calidad de vocal suplente por Izquierda Republicana (de cuyo Consejo Nacional formaba parte), del Comité Nacional del Frente Popular, creado con la finalidad de coordinar las acciones de los diferentes partidos durante la Guerra Civil[32]. De la correspondencia con Castelao concluimos que durante los años del exilio, pese renunciar a ostentar cargos de responsabilidad política, continuará colaborando con la resistencia antifranquista manteniendo contactos con hombres tan significativos como Líster, con la esperanza, nunca alcanzada, de que el Estado español conquistase la libertad una vez derrotado el fascismo en Europa, y que la amarga experiencia de la guerra sirviese para superar los personalismos antagónicos que contribuyeron a derrocar la II República[33].

 

EL EXILIO.

Lo sucedido a Manuel Martínez-Risco ni siquiera fue original. Muchos padecieron lo mismo que él. Fue destituido de su cátedra[34]. En casa se hablaba de un tal señor Puga, conocido de Orense y que vivía en Madrid, que lo denunció y se hizo en una subasta de los bienes propiedad de Manolo[35]. En una carta de Vicenta Pérez Colemán, cuñada de Manolo, a mi abuelo Luis[36], esta le recrimina que la familia no hiciese nada por intentar recuperar la parte que pertenecía a Fernanda (la esposa de Manolo), ya que el indeseable Ulpiano[37] se hizo con los bienes por 2.000 pts.

La traición de este amigo, al que Manolo prestó su casa en Madrid cuando un bombardeo del denominado bando nacional destruye la del tal Ulpiano[38], causó una profunda herida en su ánimo. Significativo el comentario que hace a Otero Pedrayo en la última carta escrita poco antes de morir a quien fue su gran amigo desde la infancia:

En fin, por aquí ando aún. Y sólo estoy seguro de que, llegado el momento “me encontrareis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar”. El Ulpiano algo ha contribuido a esta ya certeza. Ahora sí que termino. Están esperándome, y la bronca va a ser de alivio[39].

Creo que Manolo tardó en conocer su situación legal ante las autoridades del régimen franquista, -y repito que lo más triste es que no se trata de un caso aislado y ni siquiera el peor-, motivo por el que en principio achacará a sus familiares que no hagan más por velar por sus intereses. Desconozco si tenía constancia de que su madre tuvo que dejar en herencia el mínimo legal, para evitar que lo que le correspondía fuese incautado. Incluso en ese mínimo legal le deja una propiedad compartida con sus hermanos y la cantidad justa para pagar los derechos sucesorios[40]. Pero lo cierto es que la familia contribuye a su sustento, por lo menos durante los años de ocupación nazi. A través de la correspondencia familiar sabemos que entre los hermanos hubo cierta solidaridad para remitir dinero, ropa (que Manolo pedía estuviese usada para pasar mejor por la aduana) y otros enseres. Y no olvidemos la situación económica de la posguerra española.

El exilio supone para Manolo, como para todos los que lo conocieron, una dura prueba. Ya comentamos de su deseo de volver a España, especialmente cuando el fin de la II Guerra Mundial permitía atisbar la esperanza de la caída inminente del régimen franquista. Cierto que tuvo más suerte que otros cuando la ocupación nazi. Sobrevivió en Francia, según información familiar, trabajando de zapatero y preparando una serie de trabajos que verán la luz una vez liberada Francia y pasó a formar parte del Centre National de Recherche Scientifique, dependiente de la Universidad de La Sorbone. Las dudas respecto al retorno serían más fuertes cuando enfermó su esposa.

En Francia queda Manolo hasta su muerte el 3 de mayo de 1954. Sus restos descansan en el cementerio ourensán de San Francisco.

A modo de epílogo, quisiera hacer mías las palabras del profesor René Lucas[41] referidas a su colega Martínez-Risco, y que bien pueden sintetizar lo que fue en vida Manolo:

Saluons en Martínez-Risco à la fois l’homme de sciencie et l’homme dont l’elevation des sentiments, l’esprit de dévouement et de solidarité humaine, peuvent être donnés en exemple...

 

BIBLIOGRAFÍA

Alfonso Bozzo, A. Los partidos políticos y la Autonomía en Galicia (1931-1936). Akal. Madrid. 1976.

Fernández, Carlos. El Alzamiento de 1936 en Galicia. Datos para una historia de la guerra civil. Ediciós do Castro . Sada, 1987 (4ª ed).

Fernández Pérez, J. La nueva Biblioteca provincial de Orense. Su resurgimiento. Memoria. La Región. Ourense. 1942.

Freixeiro Mato, X.R. Sebastián Martínez-Risco na cultura galega. Laiovento. Santiago de Compostela. 1994.

Gerpe Landín, M. L’Estatut d’Autonomia de Catalunya i l’Estat Integral. Edicions 62. Barcelona. 1977.

Laso, José María. “El exilio científico español” en El Catoblepas, revista ciéntifica del presente.

Martínez-Risco y Macías, Manuel. Oeuvres scientifiques. París. PUF. 1976.

VVAA. Galicia hoy. Ruedo Ibérico. Buenos aires. 1966.

Vilas Nogueira, X. O Estatuto Galego. Edicións do Rueiro. A Coruña. 1977.

FONDOS DOCUMENTALES

Archivo General de la Guerra Civil Española, Salamanca.

Correspondencia familiar con Luís y Sebastián Martínez-Risco Macías.

Fondos Castelao y Otero Pedrayo de la Fundación Penzol.

[1] Este trabajo, escrito originariamente en gallego, fue presentado en el Congreso sobre o exilio galego organizado por el Consello da Cultura Galega. Alguno de los trabajos presentados en ese Congreso vieron luz en el número 163 de la revista GRIAL. Quiero agradecer a don Isabelo Herreros que contactara conmigo para solicitar pasar a castellano ese trabajo, y tener la oportunidad de dar a conocer, aunque sean unas breves pinceladas, a uno de los más destacados científicos del mundo de entreguerras e un dos más honestos políticos da II República.

[2] En la que se recogen sus principales aportaciones a la Física-Óptica.

[3] A pesar de la Ley de Recuperación de la Memoria Histórica impulsada por el gobierno Zapatero,  todavía no se adoptaron a nivel Estado, ni de instituciones como universidades y algún ayuntamiento, medidas legales para restituir en sus puestos de trabajo y en sus dignidades a aquellos que sufrieron exilio, destierro, inhabilitación o la muerte. Aunque sea post mortem es un acto de justicia que no debe demorar más.

[4] Hoy I.E.S. Otero Pedrayo.

[5] Recogido en Manuel Martínez-Risco, Oeuvres scientifiques. París. PUF. 1976.

[6] Según consta en un certificado firmado por él en Valencia el 5 de mayo de 1937, en el que se exime de otros deberes militares a un trabajador especializado en el servicio de Óptica. Archivo General de la Guerra Civil Española, Salamanca.

[7] Según se expresa en la memoria leída en la presentación del curso académico 1922-1923.

[8] “El exilio científico español” en El Catoblepas, revista científica del presente.

[9] Agradecemos a los herederos de Sebastián Martínez-Risco las copias de la correspondencia que Manolo mantuvo con su hermano. También consultamos la correspondencia mantenida con mi abuelo Luís,  su otro hermano. Además tuvimos acceso a la correspondencia mantenida con Castelao y Otero Pedrayo, depositadas en la Fundación Penzol, agradeciendo la disponibilidad de sus responsables para acceder a la misma.

[10] Según contaba mi padre.  En la correspondencia con su familia se puede deducir la precariedad en la que vive durante la ocupación nazi.

[11] Fondo Otero Pedrayo de la Fundación Penzol, datada el 23 de octubre de 1952.

[12] En Martínez-Risco y Macías, Manuel. Oeuvres scientifiques. París. PUF. 1976.

[13] Quisimos consultar las actas del Ateneo de Madrid, en el que Manolo tuvo una activa participación, pero en la secretaría del actual Ateneo nos indicaron que la documentación fue incautada después de la guerra por elementos de falange destruyendo las actas y toda documentación referidas al primer tercio del siglo XX. Agradezco a mi hermano Santiago las consultas que en mi nombre realizó en dicha institución.

[14] “El Ateneo de Madrid”. La Vanguardia, 30 de mayo de 1971.

[15] Desconocemos la fecha, pero sabemos que es anterior a la boda de Sebastián pues se trata de la respuesta que Manolo hace al anuncio de dicho acontecimiento.

[16] Fondo Castelao de la Fundación Penzol. Carta datada en París el 19 de octubre de 1944.

[17] Carta a Castelao, Fondo Castelao de la Fundación Penzol, datada en París el 15 de agosto de 1945.

[18] Fernanda sufre una dolencia crónica por lo que dejará el exilio para morir en Ourense. Manolo decidirá quedar en Francia, lo que no será comprensible para muchos.

[19] Fondo Otero Pedrayo de la Fundación Penzol. Carta datada en París el 15 de julio de 1953.

[20] Especialmente cuando uno está, y lo sabe, en el fin de sus días.

[21] Fondo Otero Pedrayo de la Fundación Penzol. Carta datada en París el 14 de abril de 1954.

[22] Fondo Otero Pedrayo da Fundación Penzol. Carta datada en París el 23 de octubre de 1952.

[23] La Zarpa, 20 de junio de 1931. Su propuesta es respaldada por 71 votos frente a los 7 obtenidos por José Romero Cerdeiriña.

[24] La Zarpa, 24 y 25 de junio de 1931

[25] La Zarpa, 25 de junio de 1931. Los otros firmantes son: Luís Fábrega, Basilio Álvarez, Justo Villanueva, Eloy Luís André y Edmundo Estévez.

[26] Fondo Castelao de la Fundación Penzol. Carta datada en París el 15 de agosto de 1945.

[27] Recordemos que fue educado por Sales y Ferrer.

[28] Un ejemplo de esta actitud la tenemos en el discurso de Azaña de 18 de agosto de 1932 en el Congreso de los Diputados defendiendo el proyecto de ley referido a la expropiación de fincas rústicas. Manuel Azaña Discursos Parlamentarios. Congreso de los Diputados. Madrid. 1992.

[29] Resulta un tanto entristecedor, por no decir decepcionante, que 70 años después estén sin resolver los mismos problemas.

[30] Xosé Vilas Nogueira, en su obra, ya clásica, O Estatuto Galego, dedica unas páginas al “pucherazo” (páginas 174-190), y en las notas 287 a 307 (páginas 323-330).

[31] Archivo General de la Guerra Civil Española, Salamanca.

[32]  El Liberal, 12 de noviembre de 1936, Mundo Obrero, 13 de noviembre de 1936,  Frente Rojo, 8 de mayo de 1938. Archivo General de la Guerra Civil Española, Salamanca.

[33] Fondo Castelao de la Fundación Penzol. Carta datada en París el 15 de agosto de 1945.

[34] Que yo sepa, la restauración de la democracia no llevó implícita la restitución de aquellos que fueron tan injustamente desposeídos de sus cargos. ¿Para que?, total ya están muertos. Y sus bienes, como le sucedió a muchos, fueron incautados y subastados. Se sabe quién denunció y quién se aprovechó. ¿Por que no se restituye lo robado?

[35] Si a los partidos políticos y a los sindicatos, el Estado les restituye el patrimonio incautado después de la guerra, ¿por qué los particulares no reciben cierta compensación? Aunque sea para que se sepa quiénes denunciaron y pudieron apropiarse de su patrimonio.

[36] Datada en Orense el 16 de febrero de 1950.

[37] Este tal Ulpiano, de apellido Iglesias, era cuñado del tal Puga.  Padre de un tal “Papuchi”. Abuelo de un afamado cantante, que casi fue portero de Real Madrid. “Hay, solo pienso en ti”....

[38] Manolo en esa fecha estaba en Valencia.

[39] Fondo Otero Pedrayo de la Fundación Penzol. Carta datada en París el 14 de abril de 1954.

[40] Testamento de Cándida Macías y García, de 16 de junio de 1942.

[41] En Manuel Martínez-Risco, Oeuvres scientifiques. Paris. PUF. 1976.

Manuel Martínez-Risco