CASARES QUIROGA, Santiago

(En Cuadernos Republicanos, Nº 58. Septiembre-octubre, 2005). "Casares Quiroga o el compromiso republicano". Por Andrés Páramo Casas

[La Coruña, 1884-París, 1950]

Intentar aproximarse al estudio de la figura de Santiago Casares Quiroga, es una tarea que resulta bastante complicada teniendo en cuenta, que se trata de un personaje cuya memoria trataron de borrar sus enemigos tras la contienda iniciada el día 18 de julio de 1936, fecha en la cual le tocaría jugar un difícil papel. Tan es así que incluso un Gobernador Civil de La Coruña -de memoria infausta-, llegó a anunciar en la prensa local, su deseo de eliminar su nombre del Registro Civil. Pero si la derecha lo eliminó históricamente, la izquierda lo ignoró y el galeguismo lo convirtió en blanco de sus críticas.

A estos hechos podemos añadir, lamentablemente, la ausencia de unas memorias o la de una recopilación de sus colaboraciones periodísticas, del que posiblemente, hubiese llegado a ser un ilustre articulista, de no haber optado por los derroteros de la política.

Casares Quiroga representa un modo de entender la política desde una posición burguesa, librepensadora, culta y laica. Honesto en lo económico, tuberculoso en lo físico, ateo en sus ideas morales, refinado en sus modales y dandy en su atuendo personal, tenía un historial republicano, tanto propio como familiar, difícilmente comparable en Galicia.

Nacido en 1884, desde muy joven se inclinará por el ideal republicano, teniendo en cuenta que su padre, Santiago Casares Paz, militaba en las filas del Partido Republicano Federal, vinculado al Casino Republicano de La Coruña desde su fundación en 1886, y alcalde republicano de esta ciudad el año 1917, dada la mayoría de concejales republicanos. Ciudad, por otro lado, donde el republicanismo tiene una fuerte presencia desde mediados del s. XIX.

De su padre hereda también su inclinación masónica, iniciándose como aprendiz masón en Madrid el año 1917, en la Logia Hipano-Americana número 379 del Gran Oriente Español, llegando a ocupar más tarde el puesto de Venerable en la Logia Galleacia número 408 de La Coruña, en cuya creación tiene una participación decisiva. Posteriormente decaerá este inicial interés, que sólo recuperará en los años republicanos cuando se intenta utilizar la Masonería, como arma contra el fortalecimiento político de Lerroux. Si bien su participación en la Masonería fue confusa y giró siempre alrededor de la negligencia.

Casares hubo de acostrumbrarse desde muy joven a vivir con la enfermedad, pues ya desde los cinco años se encontraba tuberculoso, ello va a influir en su personalidad de un modo decisivo. De ahí el desdén hacia la muerte que mostró muchas veces a lo largo de su trayectoria humana y política. De ahí también esa fina ironía con que todo lo resvestía, y que ha sido criticada por tantos colaboradores y adversarios políticos al calificarlo de persona frívola y un tanto desdeñosa.

"Casaritos", como se le llega a conocer popularmente en La Coruña, había comenzado su formación en esta ciudad, cursando sus estudios universitarios en Madrid, doctorándose en Derecho con una tesis dedicada a la figura del humanista gallego Ramón de la Sagra. De aquellos años en la capital, regresa con una hija que será entregada a la custodia de su padre. También será por aquellos años cuando comience a moverse en los ambientes republicanos de su ciudad natal.

En torno al año 1907, se convierte en uno de los personajes más destacados de la "Solidaridad Gallega", asociación creada para la defensa y modernización del agro gallego, a imitación de la creada en Cataluña por los solidarios catalanes; lo que le llevará políticamente a una ruptura con su padre, viejo republicano federal que no entiende estas alianzas. Pues en "Solidaridad Gallega" convergen una serie de grupos ideológicamente alejados, como republicanos, tradicionalistas, galeguistas, que pronto comienzan a mostrar sus diferencias. Los solidarios gallegos, con el beneplácito del propio Salmerón, recorren Galicia luchando para conquistar el campo gallego, organizando mítines y asambleas agrarias de tanta importancia como la de Monforte de Lemos (Lugo) de 1909.

El prestigio de Casares, logrado en los años que duró la experiencia solidaria, contribulle a su afianzamiento en el seno del republicanismo coruñés. Ligado al Partido Republicano Autónomo de La Coruña, grupo que llega a liderar con 24 años y que habían fundado Martínez Fontenla y el médico Rodríguez, teniendo a Gerardo Abad Conde como Secretario de su Junta Directiva, quien se convertirá en el futuro líder del Partido de Lerroux en la ciudad Herculina, y que el tiempo irá convirtiendo en su rival político.

En 1914, Casares asume la dirección del periódico Tierra Gallega, diario republicano fundado en 1903 que defiende el autonomismo gallego, renegando del viejo federalismo por creerlo caduco. Manteniendo también una línea neutral ante el conflicto de la I Guerra Mundial; lo que va a generar un enfrentamiento con los que están a favor de que el periódico esté con los aliados. No obstante, esta actitud le proporciona ventajas. Un año después participa en la creación de la prestigiosa revista España.

A consecuencia de su implicación en una campaña anticlerical en 1917 en la que resulta agredido, Casares será destituido como concejal del Ayuntamiento de La Coruña, cargo que desempeñaba desde 1907. Y en 1919 figura como candidato a Diputado a Cortes por La Coruña en una coalición republicano-socialista, siendo derrotado, lo que le llevará a orientar el republicanismo coruñés a una posición independiente de las directrices centrales que predominaban. A partir de entonces se convierte en la principal figura antimonárquica de su ciudad.

Por aquellos años mantiene un largo noviazgo con Gloria Pérez Corrales, hija de una cigarrera coruñesa, por lo que será muy criticado en algunos círculos sociales, casándose en 1920, con la que llegará a tener una hija, la futura actriz María Casares. Sirva como anécdota que en el año 1918 ya conoce a Manuel Azaña, quien en 1924 llegará a editar en la ciudad herculina, su manifiesto contra la Monarquía. Por aquellos años también defiende como abogado a gentes humildes y a numerosos militantes anarquistas.

La toma del poder por el general Primo de Rivera hace que su actividad política decaiga, y luego de permanecer un corto periodo de tiempo en la cárcel, pasa a dedicarse al mundo de los negocios y a administrar su considerable fortuna. La Dictadura será el detonante que facilitará la convergencia de todas las fuerzas políticas opuestas al nuevo régimen, olvidando las diferencias anteriores. Así, cuando el 11 de febrero de 1926 se crea por parte de un grupo de intelectuales de izquierda la llamada Alianza Republicana, en ella se van a integrar los representantes del Casino Republicano Coruñés, entre ellos Gerardo Abad Conde y Santiago Casares Quiroga.

El fracaso del pronunciamiento llevado a cabo por Sánchez Guerra, a principios de 1929, será el causante de una desintegración progresiva de la Alianza, consumada el 14 de julio de 1929, fruto de la cual nace el Partido Republicano Radical Socialista. En ese momento Casares abandona dicha alianza por considerar perdida toda posibilidad de éxito, principalmente tras la salida de los radical socialistas.

El 5 de septiembre de 1929 Casares se reúne en el Casino de Santiago de Compostela con Emilio González López, Antón Villar Ponte y otros intelectuales gallegos al objeto de crear un nuevo partido político republicano de carácter autonomista, que llevará por nombre ORGA (Organización Republicana Gallega Autónoma), confluyendo en él los republicanos de Casares y las Irmandades da Fala de Antón Villar Ponte, ésta poco predominante. Partido que se implicará junto a otras fuerzas republicanas como el Partido Radical, los federales, los radical-socialistas, etc., el día 26 de marzo de 1930 en la localidad coruñesa de Lestrove (Pacto de Lestrove) en la creación de una Federación Republicana Gallega, conformando así una amplia plataforma de cara a una eventual consulta electoral. En este Pacto se acuerda también la designación de Gerardo Abad Conde, dadas sus cualidades oratorias, para asistir al Mítin de afirmación republicana a celebrar en Madrid en septiembre de ese año, y a Santiago Casares como representante de dicha Federación, para asistir a una próxima reunión republicana a celebrar el 17 de agosto en San Sebastián, con el objetivo de reivindicar un Estatuto de Autonomía para Galicia. Entre otros acuerdos también se le ofrece el liderazgo de esta recién constituida Federación republicana al político liberal Manuel Portela Valladares, quien no lo acepta, aun cuando pone a disposición de ésta el influyente periódico de su propiedad El Pueblo Gallego.

En octubre de 1929 la prensa regional publica el Manifiesto programático de la ORGA, que después de proclamar su liberalismo, fija sus objetivos de transformar Galicia en un emporio de riqueza y de cultura, y finalizaba diciendo su razón de republicanos federales, y de no separar lo unido sino el de estrechar vínculos fraternos con otras nacionalidades, colaborando con todos los correligionarios de España para conseguir una Iberia dentro de los futuros Estados Unidos de Europa.

Del Pacto de San Sebastián (17 de agosto de 1930), saldrá elegido un Comité Revolucionario que se encargará de coordinar las acciones contra el Dictador, y a este Pacto no tardarán en aproximarse los socialistas, contrariados por el adelanto de las elecciones a Cortes. La primera tentativa para alcanzar el cambio de sistema será organizar un alzamiento con distintas unidades del Ejército en algunas ciudades que se saben comprometidas. Si bien será en la localidad de Jaca (Huesca) donde quedó abortado, a pesar de su éxito inicial.

Casares será enviado a Jaca como representante de dicho Comité Revolucionario, con instrucciones para disuadir una vez más a los capitanes Galán y García Hernández del despropósito de no aplazar el alzamiento a la fecha acordada para el 15 de diciembre. La llegada de Casares a la localidad en la madrugada del día 12, después de un penoso viaje en automóvil, no aconsejaba, en buen criterio, una visita a los militares, y al estar comprometido Galán en la demora hasta el día 13 y no encontrar habitación en el hotel donde éste se alojaba, se dirigen a otro. Estos hechos van a levantar fuertes críticas contra la figura de Casares.

Pero a pesar del fracaso de este pronunciamiento cívico-militar y de ser encarcelados la mayoría de los componentes del Comité Revolucionario, entre ellos Casares, y fusilados los mencionados capitanes, la coyuntura seguía siéndole favorable a los republicanos. Así llegará la dimisión de Berenguer y su sustitución por el almirante Aznar que, entre otras medidas, ordenará la variación del calendario electoral, celebrando en primer lugar las elecciones municipales y posteriormente las generales. A estas elecciones el republicanismo se presenta unido para darle a la contienda un carácter distinto, como algo más que unas simples elecciones municipales y exhibiendo ante los monárquicos su fuerza y así preparar el terreno para contiendas posteriores. Pero el desarrollo de los acontecimientos se encargará de variar todo el planteamiento anterior.

Una vez puesto en libertad, Casares llega a La Coruña en olor de multitudes. Conocida es la frase que dirige a su esposa: "mírales, Gloria, dentro de dos años me tirarán naranjas".

Conocidos los resultados municipales del 12 de abril de 1931, Romanones pacta con Alcalá-Zamora el traspaso de poderes, si bien el Comité Revolucionario no acepta ningún tipo de aplazamiento para facilitar la salida del Monarca.

A partir de 1931 la Federación Republicana Gallega se identifica plenamente con la ORGA, desligándose del Partido Radical de Lerroux, hasta constituirse en 1932 el Partido Republicano Gallego (PRG) que lidera Casares y que define su programa en una asamblea y mitín celebrado en la ciudad de Lugo en octubre de ese año. Pasando a la oposición el Partido Radical y salidendo diputado por La Coruña su representante Abad Conde con grandes dificultades en las elecciones a constituyentes, mientras que Casares obtiene un gran resultado.

Por aquel entonces es cuando aparecen las primeras disputas con los galeguistas que acabarán por fundar en noviembre de 1931 el Partido Galeguista, y ello a pesar de que Casares trata de reagrupar en un único partido todas las facciones republicanas, es decir: federalistas, autonomistas, etc.

Proclamada la República desempeña en el Gobierno Provisional la Cartera de Marina, por este motivo Alcalá Zamora hará unas consideraciones negativas sobre Casares que serán una constante a lo largo de la convivencia de ambos políticos. Pero Casares emprende una labor de purga entre el personal de su departamento que hubiese tenido relación con el régimen monárquico, desempeñando esta Cartera hasta octubre de 1931 y dejando una labor modernizadora de la Armada y la eliminación de barreras sociales –con predominio de sagas familiares-. La Marina no salió republicana de sus manos, pero dejó en ella el fermento de una pugna interna.

El 9 de diciembre de 1931 fue aprobada la Constitución republicana por 368 votos a favor y ninguno en contra, absteniéndose el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y otros de la derecha que no concurrieron al acto. El día 15 de ese mes, Azaña es nombrado Presidente del Gobierno y Casares, Ministro de Gobernación, el ministerio más difícil en la convulsa España republicana que varios candidatos han rechazado con anterioridad. La primera "patata caliente" del nuevo Ministro será Castilblanco (localidad donde seis Guardia Civiles han sido asesinados). Casares manifiesta a continuación:"la Guardia Civil es una de las cosas más grandes que se han hecho en España".

Fracasado en marzo de 1932 el golpe del general Sanjurjo en Sevilla, "Casaritos" es el único ministro que quiere que se cumpla la sentencia dictada por el Tribunal militar para dicho general, con un gran sentido histórico, pero el Gobierno acabará indultándolo. En septiembre de ese año, le prepara un gran recibimiento a Manuel Azaña en La Coruña. Desde esta ciudad emprenden ambos políticos una serie de viajes por el país galaico.

El Gobierno Azaña ante los desordenes públicos que empiezan a asolar el país, aprueba una Ley de Defensa de la República (inspirada en la famosa frase azañista de: "no hay libertad contra los enemigos de la libertad"), en donde el liberal Azaña se empieza a mostrar un tanto jacobino. Un instrumento poderoso para controlar el orden público, que es muy criticado tanto por las derechas como por las izquierdas y que tiene escasa repercusión a pesar de algunas deportaciones llevadas a cabo principalmente contra elementos anarquistas.

En enero de 1933 se produce el motín de Casas Viejas (Cádiz), con una dura represión de las fuerzas de orden. Durante estos acontecimientos Casares había permanecido convaleciente en el balneario de Ronda, y Azaña no permite que presente su dimisión. Estos sucesos, provocados para desacreditar al Gobierno Azaña, precipitarán su caída. El 11 de septiembre de 1933 Casares cesa en el cargo de Ministro, retirándose a La Coruña y en las elecciones del 19 de noviembre de ese año, es elegido diputado en representación del Partido Republicano Gallego (PRG), con escaso margen de votos.

Ante la incapacidad para llegar a un acuerdo entre los republicanos moderados y de izquierda (lo que va a suponer un punto de inflexión en la historia de la República), un nuevo Gobierno, tras estas elecciones de noviembre, presidido por Lerroux y apoyado por la CEDA (partido que no hace gala de fe republicana), va a suscitar una fuerte crítica por parte de los sectores más radicales del Partido Socialista, que le lleva a promover una huelga revolucionaria con fatales consecuencias en Asturias en octubre de 1934, acusándose perversamente de cómplice a Azaña.

Casares, en abril de 1934, participa con Azaña y Marcelino Domingo en la formación de un nuevo partido político que lleva por nombre Izquierda Republicana (I.R.), que formará parte de la posterior coalición denominada Frente Popular. El día 27 de ese mes se da a conocer este nuevo partido en La Coruña, para lo que se organiza un mitin no exento de algún incidente. A lo largo del año 1935, Azaña y Casares dan numerosos mítines en el norte de España (Baracaldo, Eibar, etc.), manifestando Casares que "la República se halla en un momento crucial, hoy amenazada por sus enemigos". Participa también en los grandes mítines azañistas como el del Campo de Comillas en Madrid.

Celabradas las nuevas elecciones el 16 de febrero de 1936 que dan el triunfo a la coalición del Frente Popular sale nuevamente elegido diputado por La Coruña por I.R. Es de los candidatos más votados (151.523 sufragios). En el nuevo gobierno que preside Azaña es nombrado Ministro de Obras Públicas (3 meses), para acceder a continuación a la Presidencia del Gobierno, cargo que simultanea con el Ministerio de Guerra; oponiéndose a la designación de Azaña como Presidente de la República tras la destitución de Alcalá- Zamora, pues lo cree un error por la preparación de éste como Jefe de Gobierno. Por aquellas fechas también auspicia la Asamblea de Santiago de Compostela que va a solicitar el Estatuto de Autonomía para Galicia que se votará en referéndum el 28 de junio de 1936. Constituyendo un claro fraude electoral su resultado afirmativo.

Casares presenta en las Cortes su nuevo gobierno el 19 de mayo y advierte: "la República será temida por sus enemigos". Conocida es también la carta que le envía Franco desde Canarias el día 23 de junio y que Casares no contesta, aunque ordena su vigilancia. El 16 de junio interviene en una histórica sesión del Congreso enfrentándose a Calvo Sotelo, jefe del Bloque nacional. Casares manifiesta que "contra el fascismo su gobierno es beligerante". El diputado derechista intenta insultarle calificándolo de "el típico señorito de la ciudad de La Coruña".

A partir de entonces el despacho de Casares, en el Paseo de la Castellana es visitado regularmente por bastantes políticos: Prieto, Largo Caballero, etc., que le advierten del golpe militar que se está preparando. "Ustedes ven brujas", contesta Casares. Sin embargo, el día 10 de julio le manifiesta a D. Francisco Barnés que venían siguiendo la pista de la conspiración, y que Azaña y él habían llegado a tomar dos alternativas: la primera, destituir a los militares que creen insurrectos, pero al no tener pruebas materiales ello causaría un gran revuelo en el Ejército; y la otra, dejar que se levanten para aplastarlos, por creerlos una minoría, ignorando con certeza la magnitud de la Conspiración. Los hechos se precipitan y el día 13 de julio Calvo Sotelo es asesinado. Curiosamente, el general Mola (director de la conspiración) no tendrá una firme adhesión del astuto general Franco hasta el día 15.

El 17 de julio Casares recibe la noticia del levantamiento militar en África, e inmediatamente se reúne con Azaña al objeto de preparar un plan para contrarrestarlo. Iniciada la sublevación el 18 de julio, Casares publica en La Gaceta que quedan disueltas todas las unidades del Ejército insurreccional y el cese de los generales Cabanellas, Franco, Mola, etc, ordenando a la Flota el bloqueo del Estrecho de Gibraltar. Ese mismo día dimitirá, inoportunamente, de todos sus cargos de modo fulminante. Su hija María afirma en sus memorias: "ciertas razones de Estado, y su amistad con Azaña, le hicieron callarse cuando le obligaron a dimitir el 18 de julio al pretender armar al pueblo".

El historiador Tuñón de Lara sostiene que Casares tenía una estrategia para detener el golpe militar del 18 de julio, que sabía que estaba a punto de suceder. De este modo rebate las tesis mantenidas por algunos historiadores que afirman que Casares no se enteró de lo que sucedía en Ceuta y Melilla, y que no se tomó en serio los informes que tenía sobre la inminencia de un levantamiento militar contra el Gobierno de la República.

Ante el golpe Casares no se mantuvo pasivo, pero siguió una estrategia equivocada para intentar detenerlo, al tratar de atraer a los militares díscolos pensando que así generaría la confianza de éstos, dada la falta de pruebas materiales para destituirlos. Si bien contaba con la lealtad de la mayoría de las Divisiones militares, lo que se confirmó (de las ocho Divisiones peninsulares, sólo una se sublevó). Sin olvidarnos de que el general Franco hubiese quedado bloqueado en Marruecos de no ser por la ayuda inmediata de las aviaciones alemana e italiana.

Por otro lado, Azaña reconoce en sus escritos de 1939 que las probabilidades de éxito del golpe del 18 de julio eran en principio prácticamente nulas, y que sólo la intervención de las potencias fascistas provocó un cambio radical en la situación, lo que haría tomar a las cosas un rumbo inesperado. Por tanto, a Casares no se le puede enterrar en la animosidad de quienes buscan chivos expiatorios, pues muy pocos personajes de la historia de España sufrieron un trato tan duro como el que a él se le dispensó.

Casares sin Azaña, apenas fue una sombra errante aplastada por el peso de responsabilidades que todos debieron compartir. Durante casi toda la contienda, permanecerá en Madrid realizando algunos viajes a Valencia en 1937. Casares no se resignará a abandonar España mientras los vituperios contra su persona se producían en la España nacional. En 1939 cruza la frontera por La Perthus en compañía de Azaña y Martínez Barrio. Una vez instalado en París viaja a Suiza a causa de su salud, retornando luego a Burdeos con su familia ante la inminencia de la ocupación alemana. Negrín le ofrecerá ayuda económica y la posibilidad de huir a Inglaterra, mientras su familia permanece en Francia.

En 1945 regresa a París poco antes de la muerte de su mujer. Los últimos años de su vida estarán marcados por el padecimiento y la enfermedad. Fallece a los 66 años, el 17 de febrero de 1950, en el ático de un edificio de la Rue Vougirard de París. En su entierro, su hija María impedirá que estén presentes un grupo de españoles que habían acudido en representación del Gobierno republicano en el exilio. Un gobierno nunca reconocido por el propio Casares, y de cuyas actuaciones discrepaba abiertamente. Así se ponía punto y final a la vida de uno de los personajes más importantes de la historia contemporánea de Galicia. Mientras tanto, el general Franco mantuvo cautiva en La Coruña a su hija Esther y a su única nieta, rehenes que garantizaban el silencio de Casares. Como compensación sintió el afecto de su otra hija, la actriz María Casares, quien costeará su tumba en el Cementerio de Montparnasse.

María, en su primer viaje a España en 1976, una vez muerto el Dictador, se negará a visitar su tierra gallega manifestando:"A Galicia no he vuelto. Con Galicia nunca me puse en orden . Y quiero quedar en desorden. Es la infancia. El odio es algo que no conozco. La España republicana era en muchas de sus creaciones, un modelo para Europa. Pero esas cosas no se recuperan con la nostalgia. Hay que reinventarlas".

Al comienzo de la guerra civil, el magistrado José Manuel Roberes evitó que se expoliara la biblioteca de Casares de su domicilio coruñés, aproximadamente 20.000 volúmenes, depositándola en los sótanos de la Audiencia Territorial de Galicia, donde fue saqueada con posterioridad, conservándose actualmente alrededor de 1.500 volúmenes depositados en el Archivo Histórico del Reino de Galicia, junto a otros papeles de su archivo personal. Este magistrado tampoco dudó, en noviembre de 1937 cuando se le requirió para la eliminación del Registro Civil de la Partida de Nacimiento del político coruñés, limitándose a pegar su hoja del libro con la anterior, en lugar de eliminarla.

Casares Quiroga supeditó su trayectoria agrarista y autonomista a las necesidades generales del régimen republicano, pero nunca renunció del republicanismo de izquierdas, apostando por Azaña con un gran sentido histórico. Asimismo nunca modificó sus postulados frente algaleguismo a pesar de las críticas de Castelao. Su condición de líder es innegable, si bien, más que un líder de masas, es un estratega. Su vida, de una honradez digna de elogio, fue un permanente compromiso ético con los ideales de progreso, justicia e igualdad. Por todo ello, reivindicar su buen nombre es tarea que se impone.

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

¿Quién es y a dónde va Santiago Casares Quiroga? Domingo Quiroga Ríos. Imprenta Moret. La Coruña 1932.

Obras Completas. Manuel Azaña. Ed. Oasis. México. 1967.

Los partidos políticos y la autonomía en Galicia (1931-1936). Alfonso Alfonso Bozzo. Ed. Akal. Madrid 1976.

Residente Privilegiada. María Casares. Ed. Argos Vergara. Barcelona, 1981.

La guerra civil. 50 años después. Manuel Tuñón de Lara. Ed. Labor, 1985.

El republicanismo en España (1830-1977). Nigel Townson. Alianza Universidad. Madrid, 1994.

Memorias. Manuel Portela Valladares. Prólogo de José Antonio Durán. Alianza Editorial. Madrid, 1998.

"Casares, la demonización de un político" Mirta Núñez, en Cuadernos Republicanos, nº 40.

Casares Quiroga, una pasión republicana. Carlos Fernández Santander. Ed. Do Castro. La Coruña, 2000.