GIRAL, José

(En Política, Nº 52-53. Verano, 2004). Por José Esteban

[Santiago de Cuba, 1879-Ciudad de México, 1962]

Hijo de emigrante soriano y madre cubana, nació el 22 de octubre de 1879, en Santiago de Cuba. Desconocemos cuándo regresó a España, pero es presumible que después del desastre de 1898, y ya en la metrópoli estudió en el instituto madrileño del Cardenal Cisneros y luego cursó la carrera de Farmacia y la de Ciencias en su rama de Químicas. En la Universidad formó parte de la Unión Universitaria, grupo que intentaba la regeneración de la enseñanza superior, alentado por Unamuno y Giner de los Ríos. También en las aulas entró en contacto con José Rodríguez carracito, que se convertiría en su amigo y mentor.

En septiembre de 1902 consiguió el doctorado en Químicas con premio extraordinario, y dos años después el de Farmacia.

Trabaja entre tanto en diversos laboratorios madrileños, y en 1903 aparece como uno de los socios fundadores de la Sociedad Española de Física y Química y publica artículos en sus respectivos Anales. En 1904, gana la oposición a Auxiliar del segundo grupo de la facultad de Farmacia madrileña y en 1905, la cátedra de Química Orgánica de la Facultad de Ciencias de Salamanca. Viaje por Francia, donde estudió la organización de la investigación gala. Esta singular experiencia la contó en una memoria y en conferencias en Salamanca y en el Ateneo de Madrid.

En Salamanca fundó la Sociedad Química Salmantina, dedicada a la obtención de gelatina y a la exportación de la digital.

Hacia 1914 abrió farmacia junto a la Plaza Mayor. Entró en contacto con Unamuno que le visitaba en su farmacia y fue encarcelado después de la huelga general de 1917, por sus ideas reformistas y revolucionarias.

Durante sus años salmantinos publicó su libro de texto Análisis orgánico funcional y comenzó sus investigaciones sobre la alimentación humana, preocupado por la dieta de la clase obrera. También en Salamanca se casó y allí nacieron sus hijos.

En 1920 lo encontramos ya en Madrid regentando la farmacia del número 35 de la calle de Atocha. Instaló una rebotica en su entresuelo, dotada con una buena biblioteca y un laboratorio de análisis químico. Publica trabajos en los Anales de la Sociedad de Física y Química.

Sus orígenes ideológicos hay que situarlos en salmerón. Sus seguidores proponían la separación de la Iglesia y el Estado, se mostraban contrarios a la pena de muerta y abiertos a colaborar con la clase obrera y los nacionalistas. En su rebotica, y durante la dictadura de Primo de Rivera, que visitó alguna vez Azaña, se constituyó Acción Republicana, en contacto permanente con Unamuno, entonces exiliado en Francia, así como con los redactores de Hojas Libres, publicadas por Eduardo Ortega y Gasset y Carlos Esplá.

En 1926, se constituye Alianza Republicana, unión de varios partidos con Acción Republicana. Las reuniones se hicieron en su ya famosa rebotica. Giral entró a formar parte de esta Alianza. Opositó a la Cátedra y durante el banquete que se le ofreció por su triunfo se apagó la luz, lo que se aprovechó para dar vivas a la República, mueras a Primo de Rivera y se cantó la Marsellesa. En 1930, Azaña alcanza la presidencia del Ateneo de Madrid, apoyado por Valle-Inclán y el propio Giral que es a la sazón presidente de su sección de Ciencias exactas, Físicas y naturales. Y allí, en el Ateneo, el 7 de agosto, se reunieron Lerroux, Azaña, Alcalá Zamora, Álvaro de Albornoz, Marcelino Domingo y Giral para preparar el pacto de San Sebastián, que sería uno de los decisivos pasos para el final de la monarquía. El 18 de noviembre, Giral dictó una conferencia en el Ateneo acerca de las “Constantes físico-químicas de la sangre”. La conferencia fue extraordinaria, y su éxito se explica porque a la salida le esperaban fuerzas especiales para llevarle a la cárcel.

Su primer cargo político fue Ministro de Marina, nombrado por Azaña, y muy contestado por las fuerzas conservadoras, que le apodaban “el boticario”. Él aceptó el cargo por disciplina y sin ningún entusiasmo, pero llevó a efecto las reformas militares del Gobierno y mejoró sensiblemente los salarios de las clases de tropa. En la crisis de Gobierno de 1932, Giral fue sustituido con gran contento suyo, si bien siguió ejerciendo sus actividades parlamentarias.

Al fundarse en 1934 Izquierda Republicana, Giral aparece en su Consejo Nacional. El 25 de abril de 1935 es elegido académico de la Real de Medicina. El 21 de diciembre es uno de los participantes en el pacto del llamado Frente Popular y en 1936 vuelve al Ministerio de Marina. “Allí se rodeó de una guardia pretoriana de lealtad republicana, sin fisuras, todos masones como él. Gracias a ello logró mantener a casi toda la Armada fiel a la República, tras el golpe de Estado.“ (Javier Puerto). El 18 de julio aceptó la Presidencia del Gobierno tras haber dimitido casares Quiroga y Martínez barrio y, de acuerdo con Azaña, armó a las milicias populares para hacer frente al levantamiento militar. Pronto se vio sobrepasado por la irracionalidad de la guerra. Creó entonces batallones populares, contribuyendo a la formación de un verdadero ejército republicano. Estableció los tribunales populares, como posibilidad de evitar más baños de sangre, incautó las industrias abandonadas y clausuró las organizaciones contrarias a la República. De este modo, y pese a la fugacidad de su gobierno, tomó algunas medidas muy convenientes, si bien creyó siempre, ingenuamente, en la intervención extranjera europea a favor de la República.

Durante el gobierno de Largo Caballero ejerció como ministro sin cartera. En Valencia asistió al mítico Congreso de escritores antifascistas y se opuso al intento de Largo Caballero de formar un gobierno sin comunistas, porque, pese a sus ideas republicanas moderadas, los consideraba los únicos capaces de aportar disciplina a las fuerzas antifascistas. Con Negrín pasó a ser ministro de Asuntos Exteriores y dirigió todos sus esfuerzos a conseguir la ayuda de las democracias europeas.

A medida que avanzaba la guerra, confluyó con las ideas de Azaña de conseguir la paz a toda costa, frente a la oposición de Negrín. Fue sustituido por Álvarez del Vayo, y permaneció en el gobierno como ministro sin cartera y acompañó a Azaña al exilio. Más tarde, cuando consiguió reunir a toda su familia, partió a México, donde fue recibido por el escritor Alfonso Reyes.

En 1945, fue elegido presidente del gobierno de la república Española en el exilio, donde consiguió el aislamiento internacional del régimen franquista. Por enfrentamientos con los socialistas, dimitió de su cargo y pasó a ejercer la docencia en la UNAM.

De su fructífera vida nos queda un amplio repertorio de trabajos científicos así como una conducta ejemplar de hombre comprometido con su tiempo y con su República, una amistad profunda con Azaña, y la lucha contra la Monarquía, dado que par él este término era incompatible con el de democracia. Quiso una España gobernada por principios científicos. Desgraciadamente, como tantos otros españoles de su generación, el vendaval de la guerra acabó con todas sus ilusiones. Pero nos queda su ejemplo de luchador por sus ideas, de tolerancia con otras ideologías, y su valiente oposición a la barbarie fascista, por lo que fue blanco de sus odios y de sus patrañas.