NAKENS, José

(En Política, Nº 48-49. Mayo-julio, 2002). Por José Esteban

[Sevilla, 1841-Madrid, 1926]

"Nací pobre, fui soldado, he trabajado mucho y no soy rico" fue el resumen de su vida, rebasados ya sus ochenta años, en una entrevista con el periodista Alfonso Camín. Autor de numerosos artículos autobiográficos, sabemos que José Nakens nació en Sevilla, el 21 de noviembre de 1841, de familia liberal y humilde. Su padre fue perseguido por Fernando VII durante la llamada "ominosa década" (1823-1833) y parece ser que tuvo decisiva significación en el futuro del activista republicano que fue en vida Nakens.

Enrolado muy joven en el Cuerpo de Carabine­ros, al que le llevó exclusivamente la necesidad, mantuvo durante su larga vida algunos rasgos de la vida militar, que abandonó por la poderosa decisión de convertirse en escritor famoso. A su llegada a Madrid, en 1866, destinado a la Dirección General del Cuerpo, ya traía dos obras de teatro, que nunca llegaron a representarse.

Si bien se inició a la fama como poeta patriótico, fue en el teatro donde cosechó sus primeros éxitos y sus primeras pesetas. Dedicó su talento al llamado teatro por horas, piezas cortas, generalmente de un acto, que atraían, por su facilidad, a todo hábil versificador. Pero estos buñuelos nunca fueron recogidos ni siquiera firmados por su autor.

En 1876 consiguió entrar en el periódico El Globo, don­de, por darse a conocer, lanzó un duro ataque nada menos que contra don Ramón de Campoamor, el poeta de más prestigio en aquellos días. La acusación - que el poeta había incluido, sin citarlo, versos y textos de Víctor Hugo-resultó sonada y polémica, y llevó el nombre del acusador por todas las linotipias.

Fundación de El Motín

Ni qué decir tiene que para un republicano de convic­ción, el clima político de los primeros años de la restaura­ción fueron asfixiantes, "y entonces fue cuando convenci­do de que España no sería ni se vería próspera mientras el clero fuera omnipotente, me juré a mi mismo hacer cuanto pudiese para evitar una nueva guerra civil y emprendí una ruda y constante campaña para quitar la influencia al cura y al fraile. Y fundé El Motín", confesó.

Semanario satírico, republicano y anticlerical, El Motín se puso a la venta el domingo 10 de abril de 1881, a las pocas semanas de la llegada al gobierno de los liberales. Se trataba de una modesta publicación de cuatro páginas, que incluían un comentario de actualidad, un poema y algunas noticias breves, más un grabado en las páginas centrales. Sus objetivos, la crítica a los conservadores, la defensa de la unidad del partido republicano y la lucha contra el poder del clero.

A pesar que desde su primer número El Motín fue siempre un periódico político, debe su fama, sobre todo, a su anticlericalismo. Lo que no deja de ser injusto. En sus páginas se criticaba a los gobiernos e intervenía en las dis­putas entre republicanos, luchando siempre por la unidad de los mismos, defendiendo la vía insurreccional de Ruiz Zorrilla. De sus críticas sólo se salvó Estanislao Figueras, primer presidente de la República, pero no sus sucesores en el cargo. Castelar, por ejemplo, era para Nakens un "hombre de orden" al que sólo le faltaba un paso para aca­bar monárquico. El periodista soñó siempre con una "República traída por la fuerza, sangrienta, dura y justicie­ra", para la que nunca encontró el hombre adecuado, y esto le llevó a echarse en brazos de Salmerón. "Y el hombre que yo considero - escribió en octubre de 1902 - hoy en España con más condiciones para ser elegido es don Nicolás Salme­rón. Desgraciadamente para nosotros, es el único que des­cuella sobre los demás". Pero su nueva decepción no tardaría en producirse.

La Asamblea republicana, propuesta por Nakens, se reunió el 25 de marzo de 1903 y fue un completo éxito, Casi dos mil republicanos acordaron crear un único partido y nombraron a Salmerón jefe supremo, tal y como el perio­dista había reclamado. Y es este el momento de su culmi­nación como político: Nakens fue elegido para ocupar un cargo en la comisión directora. Pero un año después dimi­tía de su puesto y en 1905 se separó de Salmerón, descon­tento con su actuación muy alejada de sus postulados de acción revolucionaria.

Persecuciones e incomprensión

Tras la relativa tolerancia de los gobiernos liberales, la vuelta al poder del partido conservador convirtió a Nakens en el enemigo a batir. En menos de dos años cayeron sobre el periódico 84 procesos por delitos de imprenta, así como multas y encarcelamiento de sus directores legales, amén de las 47 excomuniones dictadas por diversos obispos.

Estas implacables persecuciones, además de la incom­prensión de muchos de sus correligionarios, perjudicaron a la difusión del periódico y sobre todo a su propio sosteni­miento. Nakens rebajó su precio a principios del siglo XX, pero, a pesar de ello, el periódico no se vendía en la calle, y siempre contó, a pesar de ser muchos los republicanos, con pocas suscripciones.

Más dolorosa aún que la persecución clerical fue para Nakens las críticas de muchos de sus correligionarios, debidas en parte a sus ataques a diversos líderes. El mismo Ruiz Zorrilla, uno de sus ídolos, manifestó que sus ataques a la religión y al clero perjudicaban a la causa republicana.

Por unas y otras razones, el periódico languidecía y su supervivencia era casi un milagro. De todo ello, Nakens culpaba a los propios republicanos que nunca llegaron a entender que su objetivo era "quitarle autoridad al clero para que no pudiera valerse de ella en beneficio de don Carlos".

La Cárcel

Aunque nunca fue partidario de los actos terroristas, Nakens se vio envuelto en el atentado de Morral contra Alfonso XIII, y pasó dos años en la cárcel. Ocupó la celda número 7, de la Modelo de Madrid. Desde allí, con tiempo suficiente, inició una serie de artículos en El País para contar lo que veía y oía en esa prisión "lla­mada modelo por burla". Con estos artículos, estilo al famoso "Yo acuso" de Zola, compuso dos libros: Mi paso por la cárcel y La celda número 7, en los que aparte de las denuncias defendió al penalista Rafael Salillas y sus valientes reformas penitenciarias.

La tarde del 21 de mayo de 1906, entró en la redac­ción del periódico un joven que dijo haber arrojado una bomba al paso de la carroza real. Nakens, enemigo de la delación, ayudó a ocultar al regicida. Pocos días des­pués era detenido, con dos ayudantes tipógrafos, y pro­cesado por ocultar a Morral. Al tiempo, Francisco Ferrer Guardia, el fundador de "La Escuela Moderna", era también detenido como inductor.

Indultado por el gobierno Maura, el 8 de mayo de 1908, después de una campaña de prensa, abandonó la celda en la que tanto había escrito y tanto y malo había visto, y rechazó de nuevo El Motín, denominado ahora "Semanario político".

Gracias a su nuevo prestigio (Maeztu lo definió como "un gran hombre"), en esta nueva etapa El Motín, alcanzó hasta 20.000 ejemplares de tirada y llegó, en 1910, a 16 páginas.

El tamaño y aspecto del periódico mejoraron mucho, y crecieron en número y difusión el resto de publicacio­nes promovidas por Nakens: los folletos de la Bibliote­ca del Apostolado de la Verdad y unas Hojitas piadosas, cuyas tiradas llegaron a alcanzar la increíble cifra de cien mil ejemplares. Fue entonces cuando el periodista pudo recoger en libros parte de los muchos artículos que llevaba publicados.

Y el final

El Motín empezó a perder lectores a partir de 1914 y los, libros, láminas y folletos se almacenaban en los depósitos. Además, a partir de 1918, Nakens enfermó de la vista, lo que le impedía escribir, en aquellos momentos en que era el único redactor de la publica­ción. A la llegada de la década de los veinte, el periódi­co era una verdadera sombra de lo que había sido. Fue entonces cuando una comisión de amigos consiguió los recursos necesarios para lanzar un número extraordina­rio en enero de 1923. Pudo verse en sus páginas las fir­mas de muchos eminentes republicanos -Roberto Cas­trovido, Hermenegildo Giner de los Ríos- al lado de otros más jóvenes como Marcelino Domingo y Alvaro de Albornoz. Y unas coplas del día de Luis Tapia: "Yo admiro a Nakens por su tesón... Porque es un yunque su corazón (...) Porque cumplida su obligación, irá al sepulcro sin confesión".

A fines de 1924, varios periodistas se movilizaron para recabar ayudas para Nakens y ya en 1925, la Aso­ciación de la Prensa, presidida por Francos Rodríguez le concedió una pensión vitalicia de 150 pesetas al mes "en atención a los méritos contraídos en su larga y lim­pia trayectoria de periodista".

El 12 de noviembre de 1926, el viejo luchador dejó de existir, a punto de cumplir los 85 años, de una con­gestión cerebral. Se marchó "dulcemente, sin una queja, sin un gesto" (El Liberal). Su entierro fue multitudina­rio. Escritores, políticos, estudiantes republicanos de todas las tendencias, acompañaron el féretro hasta el cementerio civil de Madrid. Allí alguien gritó: "Vivan los hombres honrados".

El Liberal lo despidió como "el último representan­te de una generación gloriosa" (Castelar, Salmerón, Pi y Margall, Giner de los Ríos, Pablo Iglesias). Además "ejerció el periodismo como un sacerdocio" (Antonio Zozaya).

Sus enemigos, curas y cavernícolas, criticaron a la Asociación de la Prensa y recordaron lo que había representado su periódico, "digno de figurar por dere­cho propio entre los profesionales de la calumnia".

Admirado y enaltecido por muchos como modelo de honestidad y combatido por otros tantos como radical y sectario; excomulgado por su anticlericalismo militante, combatido por sus correligionarios republicanos, dete­nido, procesado y encarcelado, José Nakens es una de las más representativas figuras del republicanismo espa­ñol. Coherente con sus ideas, criticó la tibieza de muchos de sus compañeros y ya en los años setenta del siglo XIX, era conocido y respetado periodista. Su crea­ción, El Motín, llegó a ser a pesar de sus poderosos enemigos o quizá por ellos, uno de los periódicos más populares que ha creado y dirigido español alguno.

Sin embargo, como tantos republicanos ilustres, Nakens y su obra no han tenido el eco y los estudios que debiera.

Desde sus páginas hizo un nuevo "llamamiento" a los republicanos, exigiendo la reconstrucción del parti­do al viejo estilo del que siempre fue partidario, con un jefe indiscutido y una organización jerárquica y dis­puesta para "actuar revolucionariamente cuando llegue el caso".