VIDAL, Fabián (Enrique Fajardo Fernández)

(En Política, Nº 65. Abril-junio, 2015). Por José Esteban

[Granada, 1883-Ciudad de México, 1948]

Nacido en Granada, el 7 de febrero de 1883, de familia hondamente republicana. "Yo soy nielo, hijo, hermano, sobrino y yerno de republicanos caracterizados y consecuentes". ("De un granadino a sus paisanos. Una Carla abierta de Fabián Vidal", El Defensor de Granada, 6 de junio de 1931).

Periodista de raza, ya a los 17 años ejercía como redactor de Avante. Fue también miembro de la directiva de Juventud Republicana, redactor casi único de El Radical y de El Repu­blicano. «(...) A los catorce años escribí y publiqué mi primer trabajo. Era un artículo republicano. A los quince colaboré por vez primera en un diario madrileño. Ese diario se llamaba El País». (Carta citada). Completamente autodidacta, su firma aparece ya en La Correspondencia de España, el 26 de mayo de 1904. De ese mismo año datan sus primeras colaboracio­nes en la Ilustración Española y Americana, así como en Alma Española, revista política y literaria, que da testimonio de la voluntad regeneracionista de los principios del siglo XX.

«A los veinte años me llamaron a Madrid donde ya me conocían por mis colaboraciones y por haber ganado el primer premio en un concurso nacional de cuentos, donde fue­ron presentados doscientos originales, para que sustituyese como cronista de primera plana -columnista se dice en México- al entonces famoso Cristóbal de Castro, que había dejado La Correspondencia de España para ingresar en El Gráfico, diario ilustrado que fundó Julio Burell con dinero de la empresa de El Imparcial. Fui en la célebre "Corres " madri­leña, decana de la prensa informativa española, amén de cronista, secretario de redacción, director de servicios extran­jeros y redactor-jefe. Estuve allí quince años, los mejores de mi vida». ("Recuerdos de un periodista demasiado viejo". Retablo Hispánico, México. 1946).

Comienza aquí una apasionante vida periodística, ya en Madrid, donde el granadino encontró su lugar, y allí vivirá hasta 1936.

Muy pronto demostró su enorme capacidad de trabajo. Contamos con el testimonio de Cansinos-Asséns, compañero en estos primeros años. «Fabián Vidal era, efectivamente, el burro de carga de la redacción. El único que siempre estaba haciendo algo, inflando telegramas, redactando gacetillas, tomando sucesos por teléfono..., su pluma corría vertiginosa sobre el papel, maquinal, instintiva... Llenaba montones de cuartillas con su letra grande, vulgar, cursiva, cargada de tinta que había que secar con la arenilla que se usaba entonces... A Fabián iban todas las tareas de la redacción..., le cargaban el mochuelo, como él decía... Todos los incordios son para mí suspiraba... ¡Quién fuera senador por derecho propio! Pero los hacía. ..Y en tanto los demás discutían, se asomaban a los balcones, flirteando con las raras vecinas, o fumaban tendidos con indolencia en el diván, él garrapateaba febril, incansable, arrojando al ordenanza rimeros de cuartillas, sangrantes de tinta fresca». (La novela de un literato, I, Madrid, 1982, 253).

Y aún hay más: «Enrique Fajardo, que firmaba con el seudó­nimo de "Fabián Vidal", un joven granadino, alto, delgado, con una nube en un ojo, al que yo conocía de El Motín (1) y que Romeo había traído de ¡a provincia adivinando su genio periodístico en las colaboraciones que desde allí enviaba a El Evangelio(2) ». (La novela de un literato, 1, 249).

Sus artículos sobre la primera guerra europea, estallada en 1914, le abrieron las puertas a la gran fama. Aliadófilo con­vencido, sus crónicas merecieron ser recogidas en el libro, "Crónicas de la Gran Guerra", Madrid, s/f.

Se sumaría después a los colaboradores de la revista España, creación de Ortega y de la Liga de Educación Política. Publi­cación significativa, que contó con los mejores intelectuales del momento, acogió la firma de nuestro periodista. Fue en la etapa en que la dirigió Araquistain, momento en que se inclinó más hacia posiciones de izquierda. Allí Fabián Vidal se ocupará fundamentalmente de una sección titulada "Comentario a la guerra".

En 1916 cubrirá el frente francés como enviado de La Correspondencia de España. Sus artículos y crónicas apare­cieron en muy diversas publicaciones y por ellas obtuvo la legión de Honor francesa. Sus manifestaciones siempre fue­ron a favor de la paz.

Al finalizar la guerra es homenajeado en sendos banquetes, tanto en Madrid como en su Granada natal. El primero se recoge en el semanario España (21 de noviembre de 1918): «La Correspondencia de España ha tenido la buena idea de organizar un banquete en homenaje a su redactor y querido amigo nuestro Fabián Vidal, mariscal de los críticos aliadófilos españoles en la guerra. Nos adherimos cordialmente al proyecto. Fabián Vidal habrá escrito unos cuatro mil artículos sobre la guerra, quizás el récord más alto en el mundo entero, y con el vivo fuego de su infatigable artillería ha contribuido como nadie a mantener la fe de los leales y a contener los avances del enemigo germanófilo». (Tomado de Fabián Vidal, periodista y literato, de Juana María González García, Granada, 2007).

Republicano y liberal, nuestro gran periodista, ingresó en la prestigiosa nómina de El Sol, en 1919, y un año después asumió la dirección de La Voz, la edición de la tarde del citado diario. Nos encontramos, pues, con un periodista culto y preocupado por la situación general del país.

Podemos afirmar que desde esa fecha, 1919, hasta el estallido de la guerra civil, 1936, fueron los años de su gran éxito profesional y personal. La citada investigadora resalta la significación de su artículo aparecido en El defensor de Granada, el 4 de septiembre de 1910, "Los viejos partidos", al que considera antecedente claro de la famosa conferencia de Ortega, "Vieja y nueva política", de 1914.

Hay qué decir que La Voz alcanzó grandes tiradas y fue muy leído y conocido. Contó hasta su desaparición con cuatro directores: Fabián Vidal (1920-1936), Paulino Masip (1936), José Luis Salado Pastor (1937) y Regino García García (1938-1939). A su redacción pertenecieron grandes escritores, como Enrique Díez-Canedo, Nilo Fabra, Melchor Fernández Almagro, Manuel Tovar, "Andrenio", y un largo etcétera. También colaboró el gran periodista Castrovido, cuando dejó la dirección de El País.

Con la llegada de la República y el radical cambio de sentido de concebir la información, se abren nuevos horizontes en la vida y en la carrera periodística de Fabián Vidal. En las elecciones de 1931 es elegido diputado a Cortes por Granada, en las listas del Partido Republicano Autónomo.

Fabián Vidal vivió y sufrió todas las vicisitudes de la prensa durante la República, unido a su mala salud. Abandona temporalmente su puesto como director del diario en 1933.

Quizá también, y sobre todo, por las difíciles relaciones con Luis Miquel, el nuevo propietario del periódico. El propio periodista explicó en el Congreso de los Diputados que su dimisión fue debida a negarse a escribir un artículo en elogio de don Juan March, por entonces asociado al propietario. Añadió, también, que al diario se le ha dado una orientación política incompatible con sus convicciones y que de ningún modo podía compartir. A pesar de todo, volverá a la dirección en el plazo de un año. Y así seguirá sin interrupción hasta 1936, en que cesará con motivo de la sublevación militar.

Entre tanto, en 1924, publicó una novela corta en Los Contemporáneos, titulada En el aire, con gran éxito. Se trata, al parecer, de una novelita de fácil lectura, con cierto aire de suspense. Participó en el homenaje a otro ilustre granadino, Angel Ganivet, en 1925, con motivo del traslado de sus restos, y sabemos que mantuvo excelentes relaciones con Federico García Loica y Melchor Fer­nández Almagro, también granadinos.

Fabián Vidal se vio obligado a dejar Madrid en 1936. Su deci­dida vinculación con la República le obliga a trasladarse a Valencia, y de allí a Barcelona. Es por entonces, en 1937, cuando publica una pequeña obra, El ejército de la monarquía y el ejército de la República, así como un Homenaje a Méjico, éste último en compañía de Castrovido y Díez-Canedo y otros escritores. En 1939 conseguirá pasar a Francia y posterior­mente a su definitivo exilio mejicano.

Contamos con pocos datos sobre su vida periodística en Méjico. Debió colaborar en el diario Excelsior, donde, según su biógrafo, apareció el último de sus artículos. Sabemos en cambio que participó con un excelente trabajo "Recuerdos de un periodista demasiado viejo. De la prensa romántica a la prensa de la información", en una publicación, en 1946, Retablo Hispánico. Libro colectivo del exilio, recientemente reeditado por la Editorial Renacimiento, con prólogo de Domingo Rodenas.

«No existen datos concretos sobre la fecha de la muerte de Enrique Fajardo, citándose como probable el año 1948. Padecía algunas enfermedades, según lo recuerdan sus más anegados. En Méjico y durante toda su vida Fabián Vidal padeció un asma de gran importancia, y también cataratas. En sus últimos años estaba prácticamente ciego y según cuenta su familia dictaba los artículos a su secretaria. Estas circunstancias, los distintos avalares políticos y la impotencia ante la imposibilidad del regreso a España, le condujeron a la muerte por suicidio». (Obra citada). La gran revista del exilio. Las Españas (1946-1963), lo recordó así: «Fabián Vidal. Desaparecido "Heliófilo", Luis de Tapia, Roberto Castmvido y Antonio Zozaya, que con sus estilos y personalidades formaban una espléndida generación periodística de ricos matices liberales, concorde sin embargo en lo ejemplar de la conducta, en una ética profesional que lleva trazas de extinguirse, un típico representante de esa mentalidad en nuestra emigración era Fabián Vidal. (...) Testigo y actor de toda una época española, la que precedió en la modorra de la Restauración, al régimen republicano, supo ser un gran catador de hombres preclaros y sucesos notables, enemigo tenaz de las tiranías. Significó, entre periodistas de primera línea, la nerviosa elocuencia, la más fácil dicción andaluza, el gusto innato por la metáfora y el color; la tendencia a embeberse en el ángulo expresivo de cosas, momentos y siluetas.