'José Giral Pereira', obra del catedrático de la Unex Julián Chaves. / A. T.

Un presidente cacereño

José Giral. Un reciente libro de Julián Chaves nos descubre la vida de este político poco conocido

'José Giral Pereira', obra del catedrático de la Unex Julián Chaves. / A. T.
‘José Giral Pereira’, obra del catedrático de la Unex Julián Chaves. / A. T.

Hay un presidente del gobierno de España ‘cacereño’ del que se habla poco o nada. Es verdad que no era de Cáceres ni de Extremadura, en realidad no había nacido en España, sino en Santiago de Cuba en 1879, pero se casó en 1910 con María Luisa González de la Calle, una cacereña de Valdehúncar con la que tendrá seis hijos. Fue candidato a diputado por la provincia de Cáceres en febrero de 1936 y ese mismo año llegó a la presidencia del Gobierno de España, aunque antes de ese cargo y también después sería ministro en varias ocasiones.

Les hablo de José Giral Pereira, un político moderado de Izquierda Republicana que impidió el bombardeo del Alcázar de Toledo para evitar que algún proyectil destruyera la cercana catedral y se opuso y catalogó de vergüenza y bochorno las checas y los paseos de presos en Madrid. Su figura era poco conocida, pero esta situación ha cambiado a raíz de la reciente publicación en Anthropos del libro ‘José Giral Pereira. Su vida y su tiempo en la España del siglo XX’, escrito por el catedrático de Historia de la Universidad de Extremadura Julián Chaves Palacios.

Su entretenida lectura ilumina muchos pasajes importantes de la historia reciente de España y también se detiene en anécdotas intrascendentes, pero que salpimentan la narración y nos dibujan a un personaje tan riguroso, intelectual y científico como resuelto, que, por ejemplo, en su primer empleo como boticario regente en el pueblo de Mingorría (Ávila), tuvo que librar «una pendencia con unos mozos del pueblo que me agredieron con arma blanca y yo contesté con revólver»

En lo profesional, aquel mancebo de farmacia de Mingorría acabará teniendo farmacia propia, primero en la plaza Mayor de Salamanca y después en la calle Atocha de Madrid. También será catedrático en Salamanca y rector de la Universidad Central de Madrid. A lo largo de las 462 páginas del libro, conocemos la opinión que Giral tenía de su buen amigo y compañero de docencia salmantina Miguel de Unamuno: «Era puro en sus costumbres y conducta privada, pero era un hombre enormemente ególatra y veleidoso. Don Miguel era paradojista en todo. Todos los días salíamos de paseo y discutíamos». Cuenta que Unamuno deseaba ser presidente de la República y que estaba enemistado por rivalidad literaria con Manuel Azaña, que no lo tragaba.

Leyendo esta biografía de Giral y su tiempo, se entiende por qué la Marina no se sublevó contra la República, permaneciendo fiel al gobierno legítimo. El político ‘extremeño’ era Ministro de Marina y días antes del golpe de estado la flota había realizado maniobras en Canarias. Giral ordenó que los barcos se dirigieran a diferentes puertos, impidiendo así una sedición conjunta. Además, situó en las estaciones de radio marítimas a personal de su confianza, cambió mandos, previó el alzamiento y actuó en consecuencia, algo que no supieron hacer otros miembros del Gobierno de la República.

El libro cuenta con detalle y amenidad los avatares sufridos por Giral durante la Guerra Civil y el exilio y es, en fin, un riguroso trabajo de investigación sobre este personaje tan interesante como olvidado, que fue el candidato más votado por la provincia de Cáceres en las elecciones generales de febrero de 1936. Durante la campaña electoral, los candidatos del Frente Popular se repartieron la provincia y él se encargó de dar mítines por los pueblos y alquerías de Las Hurdes. En julio de ese año fue nombrado presidente del Gobierno y en septiembre, desbordado por el vertiginoso avance del ejército de Franco hacia Madrid, fue sustituido por Largo Caballero.

Artículo de J. R. Alonso de la Torre en Hoy.es

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