PÉREZ GALDÓS, Benito

(En Política, Nº 38 y 39. Enero-junio, 2000). Por José Esteban

[Las Palmas de Gran Canaria, 1843-Madrid, 1920]

El novelista Galdós, por su popularidad y por el significado democrático de su obra, fue siempre visto, por los dirigentes republicanos, como la única figura capaz de aglutinar la dispersión del movimiento.

En el otoño de 1906, la prensa republicana y socialista proponen un homenaje nacional al escritor, que no llega a contar con la aceptación del Gobierno. En 1907, vuelve Maura al poder, con su ya vieja política autoritaria, lo que conlleva el amaño de las elecciones y el aumento del poder clerical. Es entonces, dado el giro reaccionario que el joven Alfonso XIII imprime a la monarquía, cuando Galdós se decide a proclamarse republicano y a figurar como tal en la candidatura de Diputados a Cortes por Madrid.

Conocemos la carta que el novelista dirige, el 6 de abril de 1907, a Alfredo Vicenti, director del diario El Liberal, adhiriéndose al partido republicano. A sus sesenta y cuatro años Galdós va a la política "como función elemental del ciudadano" y como final de una vida de abnegación "sin más recompensa que el goce que nos produce el cumplimiento del deber".

"Este documento –escribió Víctor Fuentes- es toda una declaración programática de lo que ha impulsado a Galdós a comprometerse políticamente: amor al pueblo, espíritu de abnegación, desprecio de la clase política y el convencimiento de que la monarquía es el régimen de la teocracia y la oligarquía."

El 19 de abril, dos días antes de las elecciones, El Liberal da a conocer las  palabras de Galdós leídas a los republicanos madrileños. Convencido de que los ensueños regeneracionistas, los anhelos de un estado laico y de una cultura para todos, no podían llevarse a cabo en un régimen monárquico, entregado a la reacción, Galdós habla de las dos Españas: de un lado, el "triste rebaño monárquico, empantanado en el páramo de la oligarquía, en la ruina y el marasmo; de otro, un pueblo, de nuevo en pie, con todo el espíritu de libertad y reivindicación que palpita en nuestra historia desde Viriato hasta Prim".

Las elecciones se celebran el 21 de abril y Galdós obtiene la cifra más alta de votos, 16.790.

Galdós, ya diputado, no cree mucho en la política tradicional y tampoco en los parlamentarios que viven alejados de sus circunscripciones y que se anuncian como los verdaderos salvadores de la patria. Por ello, aunque colabora en la elaboración general de la minoría republicana, no comparece en la tribuna y se limita a escribir sus pensamientos, tal y cómo había venido haciendo.
No obstante participa en mítines, y sobre todo en el celebrado el 28 de mayo de 1908, con el lema de "Todos contra Maura o el resurgimiento del liberalismo español". Con motivo del aniversario de la Revolución del 68, se celebra una manifestación patriótica en Santander. Galdós envía una carta rememorando el pasado. Es un momento en que los reaccionarios pretenden olvidar lo que
supuso aquella Revolución septembrina. "Todo está igual y, en muchas cosas, peor que estábamos", es la frase con que concluye su desolador balance.

Se crea entonces el llamado "bloque liberal", que coaliga a los liberales, los demócratas y los republicanos de la tendencia moderada que lidera Melquiades Álvarez, que despliega su actividad en mítines por casi todas las regiones, en contra de la política de Maura. Galdós o participa personalmente en todos o envía sus mensajes que son leídos en los actos. Es de destacar la concentración
celebrada en Madrid el 28 de marzo de 1909, en pro de la moralidad de la Administración, que reúne en el Paseo del Prado a más de 150.000 personas, la mayor celebrada hasta entonces en España. El grito de "Maura no" mueve a las clases populares madrileñas.

Galdós participa también el 16 de mayo en el Frontón Central de Madrid para celebrar el triunfo republicano en las últimas elecciones municipales. Allí llama a los republicanos a preparase para llenar el gran vacío dejado por la reacción:"Restaurad la historia de España, estableciendo el augusto, el santo principio de la Soberanía Nacional".

La "Semana trágica" de Barcelona, brutalmente reprimida por Maura y La Cierva, los diputados republicanos publican un manifiesto encabezado por Galdós, en que se responsabiliza al Gobierno del "presente desastre nacional" y se pide el cese de Maura.

El 26 de septiembre la voz de Galdós se deja oír desde las páginas de El País. Se solidariza con la protesta de la Asociación de la Prensa en contra de la censura. Se trata de un alegato contra la guerra de Marruecos: guerra sin finalidad, hecha contra el sentimiento popular y en contra de la Constitución y amordazando a la prensa liberal y democrática.

Sin embargo, la represión continúa con el injusto fusilamiento de Ferrer Guardia y la escalada en la guerra marroquí. Pero ello conlleva que la oposición a Maura se recrudezca, hasta hacerse clamor nacional e internacional. El 4 de octubre el viejo león de Graus, Costa, acusa a Maura de delito "de lesa opinión, de lesa soberanía nacional, de lesa Patria". Y Galdós, tomando el relevo y convirtiéndose en la figura intelectual de mayor resonancia nacional, dirige su famosa "Alocución al pueblo español". "Ha llegado el momento de que los sordos oigan, de que los distraídos atiendan, de que los mudos hablen". La voz "más verdadera y profunda de España", como escribirá García Lorca, pide unión para acabar con el "infamante imperio de la mayor barbarie política que hemos sufrido desde el aborrecido Fernando VII".

Las palabras de Galdós abonan el fértil terreno del clamor nacional contra Maura, que es cesado por Alfonso XIII, para evitar mayores males al régimen, el 21 de octubre. Al poder suben los liberales con Moret a la cabeza.

En el otoño de 1909 se constituye la Conjunción republicano-socialista, que lleva a Galdós a su presidencia. El 7 de noviembre se presenta en Madrid, en el frontón Jai-Alai, con asistencia de más de doce mil personas. Las palabras del novelista son escuetas: "Reunidos en un solo haz, la fuerza resultante hará retemblar de alegría el suelo de la Patria".

El primer fruto de esta alianza es la victoria de sus candidatos a las elecciones municipales del 12 de diciembre. Con excepción de Madrid, salieron victoriosos en todas las demás grandes capitales. El escritor ya lo había anunciado: "Si atendéis al bullicio de la opinión, oiréis las campanas, que ya repican, celebrando nuestra victoria".

El 28 de febrero de 1910 se estrena Casandra, drama de enfrentamiento entre la España caciquil y la España nueva, representada por la heroína que termina victoriosa.

Es año de elecciones y, en Madrid, la Conjunción vuelve a ganar: Galdós, con 42.247 votos y Pablo Iglesias, con 40.696, que se convierte así en el primer diputado de la clase obrera. A este triunfo seguirá un mitin que termina con un ¡Viva la República!, pronunciado por el escritor. De esta fecha son las palabras de Galdós a un diario madrileño: "Es muy cómodo decir: La política, ¡qué asco!, como pretexto para no intervenir en ella. Es como si una inundación invadiese los sótanos de una casa y los inquilinos del piso principal se subieran al tejado diciendo: ¡Uf, qué agua tan sucia!. Yo no quiero mancharme sacándola. Y, entre tanto, el agua fuera reblandeciendo el solar y los cimientos" "Pues yo no he tenido inconveniente en bajar al barro sin miedo a que me manche. El absentismo político es la muerte de los pueblos".

La proclamación de la República en Portugal, en vez de unir más a los republicanos españoles, los divide. Lerroux y los radicales abandonan la Conjunción. Galdós sigue trabajando en esta evitando su ruptura y, el 23 de octubre de 1913, ya casi totalmente ciego, anuncia su retirada de la política.

En un banquete de los reformistas en honor de Melquíades Álvarez, Galdós se suma al acto, pero declara que no acompañará al nuevo partido "en la gestión directa de los asuntos políticos". Su vida política activa, que se iniciara en 1907, la cierra ahora para volver a su trabajo literario. "Por mi parte, en conciencia debo deciros que pienso seguir hoy y mañana consagrado por entero a mi labor literaria".

En esta triste despedida política, además de la vejez y sus deseos de dedicarse a la literatura, debió influir el desencanto de Galdós; desencanto por la división de los republicanos y por la definitiva ruptura de la Conjunción. Ya en sus días de mayor entusiasmo republicano, cuando vio cerca la llegada de la República, en unas declaraciones de 1909, avisó que si ésta no llegaba "sería el primero en abandonar la vida política".

Antes, en los primeros meses de 1912, hay toda una campaña nacional para pedir el premio Nobel para Galdós, malograda por la violenta y antinacional campaña que hacen los poderosos sectores reaccionarios y clericales. A la vez, sus dolencias se agravan quedándose completamente ciego.

Pero la realidad es que Galdós (lo cuenta Víctor Fuentes) no abandonó la política del todo. Ya muy enfermo, el domingo 13 de octubre de 1918, cuando la monarquía oligárquica entra en un período de auténtica descomposición y recurre a la fuerza y a la represión, Galdós, con Unamuno y Mariano de Cavia, preside un acto público en contra de la censura. La Esfera describió así la presencia de Galdós: "Detrás de sus pupilas muertas hay la deslumbradora visión de una España venidera y más dentro, más honda, la otra rembranesca visión de la España heroica y tumultuaria del siglo XX".

Y aún hay más. Unos días antes de su muerte su firma "apenas un trazo, temblorosa" encabeza un mensaje de amnistía de la intelectualidad española para los jóvenes oficiales, alumnos de la Escuela Superior de la Guerra, expulsados del ejército.

Antes, en un mitin del partido reformista en Santander, Galdós nos dejó una de sus más elocuentes declaraciones de fe republicana: "De mí he de decir que, al mismo tiempo que mis ojos vuelven a ver la luz, renace esplendente en mi espíritu la imagen de la Segunda República española, amaestrada por el tiempo".

De su paso por la política Galdós nos ha dejado el testimonio impagable de sus discursos, de sus cartas, de sus adhesiones a la causa republicana y popular. En ellos huye de toda falsa oratoria parlamentarista y todo engolamiento a que tan aficionada ha sido siempre nuestra clase política. En su prólogo a Los señores diputados, de Cristóbal de Castro, critica los mensajes "inflados, buñolísticos y mentirosos" de los oradores políticos.

La realidad es que estos discursos-escritos son verdaderamente ejemplares y tuvieron una gran repercusión. El hecho de que a los 64 años, y en la más absoluta y total gloria literaria, asuma un activo compromiso político sigue siendo hoy un ejemplo para todos. Supo ver con la lucidez que le caracterizaba lo que después han visto otros escritores españoles e hispanoamericanos: Que en determinadas y graves circunstancias históricas la tarea del escritor debe ir más allá de su sólo mundo de escritor.

Quizá el lenguaje político de Galdós esté hoy en gran parte obsoleto y envejecido pero el sueño del gran escritor de una auténtica democracia para España y los españoles y la necesidad de crear ésta a través de un amplio movimiento nacional-popular tiene hoy, a los 80 años de su muerte, plena actualidad.