XIRGU, Margarita

(En Política, Nº 23. Noviembre-diciembre, 1996). Por José Esteban

[Molins de Rey (Barcelona), 1888-Montevideo, 1969]

"Nunca ha existido una mujer como ésta. Haber visto trabajar a Margarita Xirgú será un orgullo para los públicos", escribió Valle-Inclán. La actriz preferida por los escritores republicanos, nació en Molins de Rey (Barcelona) en 1888 y murió en el exilio, en Montevideo, el 14 de febrero de 1969, a los ochenta y un años, después de una cumplida vida. Empezó su sin par carrera en compañías de aficionados, para revelarse, ya en 1906, como una verdadera profesional en la interpretación de Teresa Ranquín, de Zola. Ya en Barcelona, en el teatro Principal, logró grandes éxitos con obras y autores tan dispares como Oscar Wilde, Pérez Galdós y Guimerá.

En la temporada 1914-1915, triunfa en Madrid, con un variado repertorio de teatro clásico (Lope, Tirso, Calderón) y contemporáneo (Galdós, Benavente, Pirandello, Giradoux, Shaw, etc.).

A la llegada de la República, Margarita Xirgú se encuentra en la cumbre de su fama, que acrecentaría con el nuevo teatro surgido al incentivo de libertades que trajo consigo.

Bajo la dirección de Cipriano Rivas Cherif, estrena Divinas Palabras (1934), de Valle Inclán,La sirena varada, de Casona, (1934); así como Bodas de Sangre (1933) y Yerma (1935), de Lorca. Desde entonces se convertiría en la verdadera intérprete de todo el teatro lorquiano.

A principios de 1936, salió para América, de donde ya no regresó. Desde entonces su vida va unida a la causa republicana. El 14 de febrero de 1936 debuta en la Habana. Dos días más tarde, en España, triunfa el Frente Popular y vuelve al gobierno de la nación Manuel Azaña, autor del que ella había estrenado La Corona.

La muerte de Lorca fue para ella algo traumático y que la marcó para toda la vida, así como el tremendo impacto que supuso para ella la guerra civil, que la persiguió por todos los escenarios de América.

En Buenos Aires, estrenó Cantata en la tumba de Federico García Lorca, poema escenificado del mejicano Alfonso Reyes, con música del catalán Jaime Pahissa, exiliado en la ciudad del Plata. Siempre trabajando, logra grandes éxitos con El Adefesio de Alberti, con La Loca de Chaillot o El Malentendido de Camus.

En 1949, su segundo marido viene a España a recoger los bienes de la actriz que habían sido incautados y que ahora le eran devueltos. Se anuncia a bombo y platillo su vuelta a España, pero viejos fascistas inician una campaña de difamación contra la actriz, acusándola de republicana. Sobre todos, un feroz artículo de González Ruano.

Entre tanto es nombrada Directora de la escuela de Arte Dramático de Montevideo y allí decide pasar el resto de su vida, con pocos o mínimos contactos con la España franquista y siguiendo siempre fiel a sus ideales republicanos. Allí falleció el 14 de febrero de 1969.

Desde entonces su fama y leyenda como la quizá mejor actriz de nuestro teatro no ha hecho sino crecer, siempre ligada a Cipriano Rivas Cherif, su gran director teatral y cuñado de don Manuel Azaña y a los grandes escritores republicanos a cuyos personajes dio inolvidable vida.

La escritora Antonia Rodrigo ha escrito una buena biografía de la inolvidable actriz.