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Recordando La Traca, la Mongolia de la República: “A Franco no le gustaban los caricaturistas y por eso los fusiló”

Un documental de Ricardo Macián recupera la trágica historia de Vicente Miguel Carceller, editor de una revista satírica de la Segunda República que llegó a vender medio millón de ejemplares.

Un fragmento de una de las portadas de La Traca con una caricatura de Franco Ricardo Macián
Pie de imagen: Un fragmento de una de las portadas de La Traca con una caricatura de Franco Ricardo Macián

A los poderosos no les gusta nada en absoluto ser ridiculizados y mucho menos por brillantes caricaturistas. Bastaría pensar en déspotas como Donald Trump o Vladímir Putin para imaginar su aversión y su odio hacia los cómicos que los critican. Por ello, el victorioso general de la posguerra se ensañó con aquellos artistas que se habían mofado de la figura bajita y la voz atiplada de Francisco Franco al tiempo que habían denunciado su crueldad sin límites.

Uno de esos ingeniosos críticos, olvidado durante más de medio siglo, fue el empresario y periodista valenciano Vicente Miguel Carceller (1890-1940), editor de la revista satírica La Traca, que llegó a vender medio millón de ejemplares en los años de la República. El documental Carceller, el hombre que murió dos veces, dirigido por Ricardo Macián, rescata ahora la trágica historia del personaje y de la revista.

Parece mentira, señala el director en una charla con elDiario.es, pero ni siquiera los descendientes de Carceller o del dibujante Bluff, Carlos Gómez Carrera, fusilados ambos en el cementerio de Paterna en 1940, conocían a fondo la trayectoria de sus antepasados ni la gran trascendencia que tuvo La Traca en su época. Gracias a una biografía de Carceller, publicada por el historiador Antonio Laguna en los años noventa, comenzó a descubrirse a aquel empresario teatral, periodista, editor y autor de sainetes, republicano y valencianista, que supo conectar con una multitud de lectores. Las claves del éxito de La Traca se basaron en los precios baratos, los temas y lenguajes populares y los ataques furibundos contra los poderosos, es decir, contra la monarquía, la Iglesia y el Ejército.

Ricardo Macián ha dedicado seis años a la preparación y el rodaje de Carceller, el hombre que murió dos veces, proyectado en la última Seminci de Valladolid y en salas de las principales ciudades (en Barcelona el próximo 30 de marzo) y que ha recibido el premio Berlanga de la Academia Valenciana del Audiovisual.

El filme, ficcionado en parte de su metraje por el dramaturgo Manuel Molins, utiliza el teatro como hilo conductor y se divide en tres tramas que se refieren a la propia biografía de Carceller, a las investigaciones para rescatar su legado y a la huella emocional que su tragedia ha dejado en sus familiares y en la sociedad entera. De hecho, los responsables del documental se encontraron con la dificultad añadida de que existía muy poco material para visualizar a Carceller y a La Traca y por ello optaron por representar con actores a los personajes en algunas secuencias. El documental incluye, además, numerosos testimonios de periodistas, historiadores y dibujantes, además de entrevistas con los descendientes de Carceller y de Bluff.

Más un empresario que un intelectual

Está claro, explica Macián, que “a Franco no le gustaban los caricaturistas y por eso los fusiló”. A partir de esa brutal represión se comprende que revivir La Traca fuera algo peligroso durante la dictadura y que una losa de silencio aplastara la memoria de Carceller o de Bluff. Tanto Tina Miguel, nieta de Carceller; como Olivia Gómez, hija de Bluff, estuvieron marcadas por el trauma de la tragedia y por el miedo a recordar el sufrimiento.

Al acabar la Guerra Civil y tras la entrada de las tropas franquistas en Valencia, Carceller optó por quedarse en la ciudad pese a su popularidad y su conocida militancia republicana. Quizá pecó de ingenuidad o tal vez decidió permanecer allí donde tenía a su familia, sus amigos y sus negocios. En cualquier caso, intentó salvarse de la cárcel alegando que era un empresario y que no tenía delitos de sangre. Pero su defensa no sirvió de nada y pagó su ideología republicana con la cárcel, la tortura y el fusilamiento el 28 de junio de 1940 en el tristemente célebre cementerio de Paterna.

El cineasta Macián define a Carceller como un empresario más que como un intelectual y añade: “Era un hombre de negocios muy pegado al sentir de la calle que aspiraba a hacer dinero y, de hecho, llegó a acumular un buen patrimonio inmobiliario. No perdonaba nunca las deudas y cuando un quiosquero no le pagaba, lo criticaba en las páginas de la revista”.

La Traca se publicó entre 1909 y 1939 y su pulso con el poder se prolongó durante la monarquía, la dictadura de Primo de Rivera y la sublevación militar contra la República. La revista, con mucho dibujo y poco texto, sufrió multas, prohibiciones y todo tipo de hostigamiento por parte de las autoridades a lo largo de décadas, pero logró el respaldo de un público numeroso y fiel, entre ellos muchos lectores casi analfabetos, que se identificó con su línea radical y sin concesiones.

De todos modos, indica Macián, “no resulta casual que La Traca surgiera en una ciudad como Valencia, con una larga tradición de revistas satíricas y de buenos dibujantes, vinculados en ocasiones al mundo de las fallas y de las industrias artesanales”. La Traca fue, de algún modo, el antecedente de publicaciones que abarcarían después un amplio abanico que va desde La Codorniz a El Jueves pasando por Hermano Lobo. En contraste con el fusilamiento de Carceller y Bluff, otros dibujantes de primera fila de La Traca, como Enrique Pertegás, pudieron esquivar la represión franquista y siguieron trabajando hasta los años sesenta en otras revistas.

Periodista y cámara durante años en Radiotelevisió Valenciana, curtido en la cobertura de guerras como Afganistán y Yugoslavia, y más tarde guionista y director de documentales, Ricardo Macián (Valencia, 1963) se muestra optimista sobre el futuro de este género cinematográfico que tiene una presencia cada día más amplia en plataformas y en televisiones. Siempre interesado en temas que reconstruyan nuestra historia reciente dirigió en 2007 Los ojos de Ariana, un documental sobre los trabajadores de la filmoteca de Kabul, que lograron salvar el patrimonio fílmico de Afganistán. Por todo ello, Macián puede suscribir sin duda alguna las palabras del dibujante Paco Roca, uno de los entrevistados en el filme sobre Carceller: “El que controla el presente, controla el pasado y controlará el futuro”.

Artículo original Miguel Ángel Villena https://www.eldiario.es/

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