Recuerdos del exilio

Artículo de opinión de Jesús Fuentes para La Tribuna de Toledo.

Los días 7 y 8 de octubre, en Talavera de la Reina, la UNED, que rige Enrique Martínez de la Casa y la Asociación Manuel Azaña (un regalo merecido que tiene Talavera), presidida por Isabelo Herrero, organizaron unas Jornadas para recordar que, hace 80 años, un número escandaloso de españoles tuvo que abandonar España. La historia, de manera tosca, sucedió así. Toda la intelectualidad del país apostó en 1931 por un sistema político que superara el atraso secular en el que se encontraba. El mundo cambiaba y España seguía enganchada a siglos pasados. Creían que el mejor modelo para la transformación que se necesitaba era la República. La Monarquía había abandonado el país tras los resultados de las elecciones municipales del mismo año. Otros españoles no estaban de acuerdo con lo que defendía la mayoría, entre ellos los militares. Y en un momento determinado de 1936, con ayuda de Italia (fascista) y Alemania (nazi), urdieron un golpe de Estado contra la  República constitucional. Siguió una guerra devastadora.
En 1939 los golpistas se proclamaron vencedores y comenzó la más desgarrada tragedia  de la Historia de España. Las mejores generaciones en siglos tuvieron que marchar al exilio. Miles de personas, profesores, maestros, médicos, pintores, músicos, escultores, filósofos, investigadores, periodistas, ingenieros, artesanos, actores, gente corriente, mujeres, niños, ancianos se vieron obligados a elegir entre una disyuntiva igual de cruel: el exilio o la  cárcel y la muerte. Algunos, pocos, optaron por la segunda opción.  Otros, la mayoría, por el exilio. La “Inteligencia” de un país entero salía hacia la nada, porque en su tierra no existía lugar para ellos. De tales sucesos nos separan 80 años. Y aún somos incapaces de  comprender las ingentes soledades, desesperanzas y angustias de aquellas gentes. De ahí la conveniencia del recuerdo.
El recuerdo nos puede conducir al conocimiento, este a la comprensión y ambos  a la empatía. A experimentar cómo   vivieron el exilio, cómo sintieron el dolor inacabable de ser  extraños en su patria y ajenos en los países que les  cobijaban. Un desgarro en toda su fiereza animal. Los mejores de entre todos fueron empujados al vacío y aún no nos hemos recuperado de tanta pérdida. Las Jornadas de la UNED y la Asociación Manuel Azaña  recordaron nombres de la tierra, profesionales  de Talavera, de la Mancha,  de Toledo, de España, que tuvieron que empezar  una nueva vida, cuando ya la tenían hecha en el lugar que amaban. Quijotes en el exilio.

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