mea exilio francés

La mesa de Azaña en La Prasle

El escritorio en el que el presidente de la República firmó su dimisión en 1939

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La mesa en la que Azaña firmó en el exilio francés su dimisión en 1939 EFE

Si la cuarentena no obligase a Pedro Sánchez a permanecer encerrado en casa (palacio de la Moncloa), el presidente del Gobierno hubiese mostrado el jueves 17 de diciembre al rey Felipe VI la mesa en la que Manuel Azaña firmó la carta de dimisión como presidente de la República a finales de febrero de 1939.

Es la mesa de La Prasle y tiene su historia. En el verano de 1938, meses antes de la conclusión de la Guerra Civil, el cuñado de Azaña, Cipriano Rivas Cherif, había alquilado una casa en la localidad francesa de Collonges-sous-Salève, en el departamento de la Alta Saboya, a trescientos metros de la frontera franco-suiza y a quince minutos de la ciudad de Ginebra en coche. Tras abandonar España camino del exilio, la fría mañana del 5 de febrero de 1939, Azaña quiso instalarse en Collonges, después de una breve estancia en París, alojado en la embajada de la República en la capital francesa. Eran días muy tensos. El primer ministro Juan Negrín le reclamaba que siguiese en París como signo de resistencia. El presidente, por el contrario, ya tenía decidida la dimisión. 

El 25 de febrero, los gobiernos de Francia e Inglaterra reconocieron al gobierno del general Franco. Dos días después, recluido en La Prasle junto con su esposa, Azaña remitió una carta de renuncia al presidente de las Cortes, Diego Martínez Barrio. Su dimisión tuvo impacto. Dejó aislado a Negrín y alentó los deseos de rendición de buena parte de los mandos de las unidades republicanas que seguían resistiendo en Madrid y la región central.

Azaña residió en Collonges hasta noviembre de 1939, momento en que buscó otros refugios ante la inminente invasión alemana de Francia. Corría el riesgo de ser detenido por la Gestapo y entregado a Franco, como le ocurrió al presidente catalán Lluís Companys. Muy enfermo, el hombre que seguía simbolizando la República española acabó sus días en Montauban, en el departamento de Tarn, protegido por la embajada de México en Francia. Allí murió el 3 de noviembre de 1940.

La mesa quedó en Collonges y los propietarios de la casa la entregaron al ayuntamiento. Pasados varios años, los herederos la reclamaron y apareció cubierta de polvo en un almacén municipal. Volvió a La Prasle y allí estuvo hasta el 2019, cuando el Gobierno de España la localizó a través de una asociación de antiguos exiliados, durante los preparativos del 80.º aniversario del éxodo español a Francia. La entonces presidenta de España Global, Irene Lozano, logró convencer a la familia de que la mesa de Azaña no acabaría cubierta de polvo en un almacén de Madrid. Asignada al ministerio de Asuntos Exteriores, la mesa de La Prasle forma parte de la exposición en recuerdo de la figura de Azaña, que fue inaugurada el jueves 17 de diciembre por Felipe VI, en un gesto de alto valor simbólico en la actual coyuntura política y social española.

(Una coyuntura muy agitada, en la que los momentos simbólicos se suceden sin descanso. Hace poco más de dos meses, el Ayuntamiento de Madrid acordó retirar el nombre de Indalecio Prieto de uno de los bulevares de la ciudad. Prieto fue el dirigente socialista que más compartió la desazón de Azaña . En 1946 estuvo a punto de pactar la restauración de la monarquía con don Juan de Borbón).

Artículo original Enric Juliana Madrid https://www.lavanguardia.com/

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