Imagen antigua del entierro del escritor Antonio Machado.

Los penosos y aciagos días de Antonio Machado antes de morir

83 años sin el poeta: a 40 kilómetros de su amada patria, una de las “dos Españas le heló el corazón” hasta su muerte

Imagen antigua del entierro del escritor Antonio Machado.
Pie de foto: Imagen antigua del entierro del escritor Antonio Machado.

El pasado 22 de febrero de 2023, se cumplieron 84 años del fallecimiento en el exilio francés de Antonio Machado, uno de los más grandes escritores españoles y andaluces de todos los siglos. El poeta sevillano murió pobre y enfermo, tres días antes que su madre, también enferma y en la misma modesta habitación de un hotel de Colliure, a escasos 40 kilómetros de su amada patria. Una de las “dos Españas le heló el corazón” hasta su fallecimiento.

Con el cuerpo de moribundo y el alma dolorida, Machado no pudo resistir más y falleció tras un periplo hasta el exilio, penoso y muy duro por su estado físico y moral.

Machado y parte de su familia se ven obligados a huir de Madrid

Tras el avance de las tropas rebeldes en esta última parte de la Guerra Civil, con la derrota republicana ya en ciernes, Machado y parte de su familia se vieron obligados a huir de Madrid. Junto a su madre y su hermano José, entre noviembre de 1936 y abril de 1938, se alojaron en una residencia de la localidad valenciana de Rocafort.

Machado, más tarde, se trasladó a Barcelona, ciudad en la que residen desde finales de mayo de 1938 hasta comienzos de 1939. Ante la inminente ocupación por el ejército franquista, Antonio y su familia salen de la Ciudad Condal en un vehículo de la Dirección de Sanidad.

Muy enfermo por su tabaquismo y su enfermedad bronquial

Tras una última noche en suelo español, concretamente en Can Faixat, una masía de Viladasens, muy cerca del Alto Ampurdán, culminó el último paso hacia el exilio junto a las cuarenta personas de su grupo. Muy enfermo por su tabaquismo y la enfermedad bronquial que contrajo, el poeta llega extenuado. El duro trayecto al exilio le ha terminado de deteriorar su afección. También la pena, la enfermedad del alma que le acompaña en su último viaje, incrementa su agonía.

Un vía crucis laico hasta cruzar la frontera

 A solo medio kilómetro de la frontera francesa y ante una muchedumbre colapsada que huía del terror de los sublevados, el poeta tuvo que desprenderse de sus maletas y caminar a paso enfermizo y agotado, subir una larga carretera en cuesta, sufrir las penalidades de la lluvia y el frío hasta llegar, como en una especie de vía crucis laico, a la aduana francesa. Desde allí continuaron en coches hasta la estación ferroviaria francesa de Cerbère donde pudo pasar la noche en un vagón en vía muerta. A la mañana siguiente cogieron el tren hasta Colliure, hospedándose en el modesto Hotel Bougnol-Quintana con la esperanza de una ayuda que nunca llegó.

“Estoy dispuesta a vivir tanto como mi hijo Antonio”

El hermano de Antonio, José Machado, contó como su madre, despertando por unos instantes del estado de semiinconsciencia al que llegó por la dureza y sufrimientos del viaje, tras ver vacía la cama de Antonio junto a la suya, preguntó de manera inquieta por su hijo. Ignorando las mentiras piadosas que le contaban, comenzó a llorar amargamente. Antonio Machado falleció el 22 de febrero, cuando cumplía 64 años y su madre, dando forma a la promesa que le hizo en voz alta en Rocafort, “Estoy dispuesta a vivir tanto como mi hijo Antonio”, murió tan solo tres días después. Sus bellos dulces ojos se nublaron para siempre. Ana Ruiz fue enterrada junto a su hijo en el nicho cedido por una vecina en el pequeño cementerio francés de Colliure, lugar en el que ambos descansan desde aquel día.

La ACE (Asociación Colegial de Escritores) publicó el 24 de febrero de 2019 en su revista, la República de las Letras, un magnífico trabajo como homenaje a la memoria de Antonio Machado. Son textos basados en testimonios de José Machado, su hermano, y su esposa, Matea Monedero, del antiguo jefe de estación Jacques Baills o Corpus Barga, entre otros. Jacques Issorel, catedrático honorario de la Universidad de Perpiñán y especialista en la vida y obra del poeta sevillano, coordinó estos testimonios narrando los últimos días de Machado en el exilio de Colliure.

Algunos fragmentos de este gran trabajo resaltan la pobreza del poeta y su familia. “Los Machado carecían absolutamente de todo al llegar a Francia. En Cervia de Ter tuvieron que abandonar parte del equipaje y el resto en el puerto de Balitres. Así que llegaron a Colliure con lo puesto, según expresión de Matea, la esposa de José Machado”.

‘¡Adiós, madre, adiós, madre!’

En otro relato de este texto, se recoge: “Antonio estuvo cuatro días muy agitado e inquieto. Se veía morir. A veces se le oía decir: ‘¡Adiós, madre, adiós, madre!’, pero mamá Ana, que estaba bien cerquita en otra cama, no le oía porque estaba sumida en un coma profundo. Los dos estaban en la misma habitación, la madre agonizando y el hijo también. Es triste ver a Antonio y a su madre: dos camas, uno agonizando en una y el otro en la otra. Él estuvo dos días en agonía. Le llevé la botella de champán para mojarles los labios a los dos, y así se gastó la botella. Estaba consciente, me miraba y me dio las gracias con una sonrisa”

Una pequeña y modesta habitación para él y su madre

“Cuando Antonio expiró, como la habitación era pequeña, tuvieron que sacar el cadáver alzándolo sobre la cama donde mamá Ana estaba inconsciente. Antonio estuvo de cuerpo presente en otra habitación y, desde luego, no murió desnudo, sino vestido. Luego fue amortajado en una sábana, porque así lo quiso José al interpretar aquella frase que un día dijera Antonio a propósito de las pompas innecesarias de algunos entierros: para enterrar a una persona, con envolverla en una sábana es suficiente”.

Fallecimiento de su madre

“Lo demás que se ha contado son inventos. También se ha repetido que su madre murió tres días después sin enterarse de la muerte de Antonio, y tampoco es cierto. Apenas habían sacado el cuerpo sin vida de Antonio y por una de esas cosas que asombran, mamá Ana tuvo unos instantes de lucidez. Nada más volver en sí, miró hacia la cama de Antonio y preguntó, como si la naturaleza le hubiera avisado de lo sucedido, con voz débil y angustiada: ‘¿Dónde está Antonio? ¿Qué ha pasado?’. “Y José, conteniéndose como pudo, le mintió diciendo que ya sabía que Antonio estaba enfermo y que se lo habían llevado a un sanatorio. Allí se va a curar, le dijo. Recuerdo que mamá Ana le dirigió una mirada en la que se veía que no aceptaba ninguna de aquellas palabras. Luego cerró los ojos y tres días después moría. Estoy segura de que en aquellos tres minutos de lucidez se dio cuenta de que su hijo había muerto”.

Entierro del poeta con numerosa asistencia

El entierro fue digno de la personalidad de Machado. “Sencillo y con sencillez, vinieron todos. Bueno, me refiero sobre todo a los españoles, exiliados también, que se hallaban en Colliure y que eran muchos y que vinieron primero a hacer una visita y después al levantamiento del cadáver”. El hotel estaba absolutamente invadido por los españoles y por la gente venida de todas partes a quien habíamos avisado. También había algunas autoridades españolas en el exilio. Cuando se bajó a Antonio Machado de la habitación donde estaba para llevarlo al cementerio, el ataúd estaba envuelto en una bandera con los tres colores de la España republicana. Lo llevaron a hombros españoles, entre los cuales había oficiales. El municipio francés hizo todo lo posible para facilitar las medidas necesarias en aquel momento. Asimismo, la población de Colliure, conmovida por la presencia de todos los españoles en el exilio, se manifestó en gran número. Mientras tanto había corrido la voz de que había muerto Antonio Machado y aunque la gente no lo conocía, se sabía que acababa de desaparecer uno de los más grandes poetas de la España republicana”.

Artículo original Juan Luis Valenzuela https://www.elplural.com/

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