Por Javier Rodríguez Palacios. Alcalde de Alcalá de Henares .
Para el Huffington Post.
Alcalá de Henares se enorgullece de haber sido la cuna, la formación y buena parte de la vida del presidente don Manuel Azaña, jefe de Estado de la República Española y cabeza y miembro de su Gobierno en diversas carteras.
En realidad, hay entre los personajes señeros de nuestra ciudad un perceptible hilo conductor que une al Cardenal Cisneros como creador de la Universidad de Alcalá de Henares, a Cervantes que aportó a la lengua del Quijote y Sancho su universalidad y a Azaña que argumentó sin descanso que la libertad, la democracia, la tolerancia y la cultura no eran una excepción en la historia española, sino más bien su alma, defendida un día por los Comuneros de Castilla y luego por quienes se opusieron con todas sus fuerzas a quienes provocaron la Guerra Civil y luego la dictadura franquista.
Desde su memorable conferencia sobre “El problema español”, pronunciada en la Casa del Pueblo del Partido Socialista Obrero Español en Alcalá, hasta su paseo por la Calle Mayor o la revista al Ejército Popular en la Plaza de Cervantes en el año 1937, la vida de Azaña no dejó nunca de llevar la impronta complutense.
Queremos pensar que en los momentos más gozosos de su trayectoria en pro de una “España con honra”, como la proclamación de la República, y también en los más duros y tristes de la cárcel, la guerra y el exilio, Azaña llevó siempre a Alcalá de Henares en su mente y en su corazón como un lugar al que volver a revivir sus primeros pasos, a descansar, a escribir, a pasear entre su monumentos, que son hoy Patrimonio de la Humanidad.
Tenemos en Alcalá recuerdos de Don Manuel Azaña con un monumento y su nombre en el callejero de nuestra ciudad, pero estamos en un tiempo en el que habría que ir más allá y rescatar en estos momentos de incertidumbre, en los que resurgen las ideas totalitarias que don Manuel siempre combatió, la imagen y el espíritu de quien en lo más duro de la Guerra Civil lanzó las palabras de “paz, piedad y perdón” que nunca fueron escuchadas.
La libertad que gozamos en la actualidad, aunque algunos no lo reconozcan, es heredera del pensamiento de ese gran presidente de la II República Española que abrió por primera vez sus ojos a la luz en Alcalá de Henares el 10 de enero de 1880.
Gracias, presidente. Gracias, don Manuel Azaña.