BERTRAND GARCÍA-TUÑÓN, Jovino

(En: Algunas historias de los Bertrand de Asturias. Y una de los Mira Bertrand en Filipinas. Madrid: edición de la autora, 2021.  ISBN 978-84-09-34897-8).

Por Blanca Bertrand Mira.

[Oviedo, 19 de noviembre de 1887- 28 de abril de 1955]

Jovino era el primogénito de Arturo Bertrand Renard y Dolores García-Tuñón Fernández-Tuñón y hermano de Josefina, Carlos, Dolores, Eugenio, Ramona y Arturo.
En 1903, sin haber cumplido aún los 16 años, recibió el título de bachiller, tras estudiar en el Instituto de Oviedo y antes, en Francia. Después, se trasladó a Madrid, donde cursó la carrera de Derecho[1]. Se dio de alta en el Colegio de Abogados de Oviedo el 13 de noviembre de 1913, días antes de cumplir los 26 años.
Muy simpático y culto[2], no hay duda de que era una persona inquieta, polifacética y con temperamento artístico: abogado de profesión, y ejerciente;  jefe de negociado de la Diputación Provincial de Oviedo, donde trabajó durante casi 30 años;  periodista en “El Correo de Asturias”[3]; escritor de cuentos, de obras de teatro y de poesías en asturiano sobre acontecimientos familiares durante toda su vida; promotor del esperanto[4]; violinista aficionado… Y también generoso: se dice que en ocasiones no cobraba a quien no podía pagar su asistencia jurídica, y la prensa asturiana del primer tercio del siglo XX está plagada de notas sobre juicios en los que Jovino era el defensor y los defendidos, personas modestas de pocos recursos.
En febrero de 1916, a los 28 años, Jovino se casó con María Salomé Aranguez Iglesias, natural de Valladolid y de una familia oriunda de Cangas de Tineo[5]. Un año después, tuvieron a su primer hijo, Jovino Bertrand Aranguez. No se sabe de ese matrimonio más que María Salomé murió prematuramente a los 38 años, en 1927, como consecuencia de una insuficiencia mitral, es decir, de una dolencia cardiaca[6].  Jovino se casó al año siguiente, en 1928[7], con Carmen Álvarez López, una mujer culta, titulada en Comercio[8], aunque parece que no cumplía del todo las expectativas de la familia del novio, según se desprende del relato oral familiar. Carmen sería la compañera de Jovino hasta la muerte de este.
Solo tres años después del fallecimiento de su madre, murió, a los 14 años, el hijo mayor de Jovino, se piensa que de una neumonía[9]. Este sería el segundo gran golpe de su vida. El nuevo matrimonio tenía entonces solo al primero de sus cuatro hijos en común, Arturo, al que siguieron José Antonio, José María y Ramón Ramonín Bertrand Álvarez.
Ramonín murió de hambre a los 17 meses por la falta de leche en un Oviedo asediado el 30 de septiembre de 1936, ocho semanas después del estallido de la guerra[10]. Sus restos fueron trasladados al cementerio en el camión de la basura, según cuenta con gran congoja el propio Jovino[11].  Justo un mes antes, el 30 de agosto de 1936, había sufrido la muerte de su hermano Eugenio, asesinado por un comando anarquista.
Jovino era miembro de Izquierda Republicana, el partido fundado por Manuel Azaña en 1934, según consta en su expediente de responsabilidades políticas[12]. Fue defensor de la conjunción republicano-socialista durante la II República[13] y secretario de la Agrupación Republicana Federal de Oviedo[14] antes de la creación de Izquierda Republicana. Aparece como uno de los firmantes del  “Manifiesto de la Agrupación Republicana Federal de Oviedo a los ciudadanos de Asturias”, en 1931[15]. Ofició como uno de los defensores en los consejos de guerra instruidos a personas que tomaron parte en la Revolución de Asturias de 1934[16]. Era, además, católico practicante y de misa diaria[17].
Al estallar la guerra,  Jovino continuó acudiendo a su puesto de trabajo en la Diputación Provincial pese a que Oviedo se unió al bando de los sublevados. Cuando murió su hijo Ramonín, solo se ausentó de su despacho un día, el 1 de octubre, algo incomprensible para la mentalidad y las circunstancias actuales. Hasta el 17 de octubre de 1936, “vivió y pernoctó” en la Diputación[18]. Formó parte de las brigadas que repartían leche entre la población civil y militarizada de Oviedo.
Jovino vivía con su familia en la calle de Campoamor, número 27, muy cerca de la Estación del Norte, un punto estratégico de la ciudad cuya defensa era imprescindible. Por ello, los franquistas ubicaron en los bajos del edificio, de seis pisos, un polvorín. Hacia las cinco de la tarde del 17 de noviembre, un soldado moro entró en el polvorín fumando y tiró la colilla sobre unas cajas de pólvora. Ese edificio y el contiguo volaron por los aires y en un par de horas no quedaban más que los solares[19].
La familia se ve en la calle con lo puesto, los hijos con 7, 5 y 3 años. Con mucha probabilidad, recalan en casa de los padres de Carmen, en la calle de Silla del Rey, número 3, y también en casa de los padres de él, en el paseo de Santa Clara, número  4[20].
Jovino es denunciado a las autoridades franquistas por un familiar falangista y es detenido a las 9 de la mañana del  1 de diciembre de 1936 en su despacho de la Diputación Provincial[21]. Es muy probable que permaneciera recluido en las dependencias de esta hasta la celebración de su consejo de guerra. Su familia cuenta que pesaban sobre él dos o tres penas de muerte[22]. En ese periodo, era frecuente que lo fueran a buscar en la noche para “pasearlo”[23]. Siempre lo salvó de la muerte su mujer -a la que alertaba un hermano guardia civil falangista-, que se presentaba a implorar por la vida de su marido, aduciendo su parentesco con el guardia civil[24]. Entre los escritos de Jovino figura un entrañable poema titulado “El paseo”, en el que una madre llama a un anciano sacerdote para contarle el “paseo” de su hijo[25].
El 25 de enero de 1937 Jovino fue depurado de su cargo de jefe de negociado de la Diputación por su afiliación a Izquierda Republicana y por “haber intervenido en actos de propaganda electoral a favor del Frente Popular”[26]. Terminaban así para siempre tres décadas de trabajo en ese organismo. Jovino pasó el resto de su vida pleiteando obsesivamente para recuperar su trabajo.
El 3 de febrero de 1937 fue juzgado en consejo de guerra, con toda probabilidad en la misma sede de la Diputación, donde se constituyó una sala de justicia en la que se celebraban estos procedimientos judiciales militares. Jovino asumió su propia defensa[27] y fue absuelto por unanimidad de los once militares que componían el Tribunal[28].
No obstante, por razones que se desconocen, días más tarde fue internado en la Cárcel Modelo de Oviedo, donde permaneció hasta el 14 de marzo. En esa fecha, un grupo de presos salieron, a pie y en burro, camino de la cárcel de Lugo, en la que ingresaron el día siguiente, 15 de marzo, escribe Jovino en su diario carcelario[29]. Al parecer, compartió celda en la prisión ovetense con Leopoldo García-Alas -rector de la Universidad de Oviedo  e hijo del escritor Leopoldo Alas “Clarín”-, correligionario suyo que fue fusilado en aquellos días.
El internamiento de Jovino en la cárcel de Lugo duró casi un año. A principios de junio de 1937, Carmen y los niños se trasladaron también a la ciudad gallega, alojándose en casa de una señora de allí. Los presos podían recibir visitas los viernes y los domingos. Jovino mantuvo contacto epistolar con su hermano Arturo, que, además, le enviaba giros[30]. Del resto de su familia no tiene noticias hasta el 17 de agosto de 1937, cuando se entera de que su madre y los demás “viven y están bien”[31]. Después, restablece la comunicación con su hermano Carlos, falangista, que había estado oculto durante los quince meses que duró la guerra en Gijón. El 26 de diciembre recibe la triste noticia de la muerte de su madre, fallecida repentinamente el día de Nochebuena de una hemorragia cerebral.
El 5 de febrero de 1938, Jovino fue puesto en libertad y desterrado a Candás, en el concejo asturiano de Carreño, adonde se trasladó con su familia y donde permaneció cerca de cinco años. Sin ingresos regulares de ninguna clase, el hambre apretaba y la familia de Jovino y Carmen se vio obligada a realizar viajes a Gijón, caminando los 18 kilómetros que separan ambas poblaciones, para pedir comida a los parientes[32], que, en alguna ocasión, no le recibieron o lo hicieron por la puerta de servicio. Según la documentación familiar[33], en Candás hizo algún trabajo ocasional para el Ayuntamiento.
El 3 de febrero de 1939, dos meses antes del término de la Guerra Civil, el “Boletín Oficial de la Provincia de Oviedo publica su expulsión del Colegio de Abogados, siendo readmitido al menos dos años después, por considerársele exento de toda culpa.
En los primeros años 40, la familia vuelve a Oviedo y alquila una habitación para el matrimonio y los tres hijos en el barrio de Ferreros. Jovino solo consigue trabajos ocasionales, bien de abogado –con frecuentes impagos- o como escritor de textos con rima (pareados) para publicidad. A veces tiene que recurrir a la ayuda de los amigos[34].
Pero la escasez económica es insostenible y los hijos pequeños, con solo ocho o diez años, tienen que ponerse a trabajar. José Antonio y José María se emplean como carameleros en los cines Real Cinema y Principado. El hambre era tanta que los críos chupaban los caramelos y los volvían a envolver antes de venderlos.  José María trabajó también como recadero y advertía con sorpresa cómo su padre lo evitaba cuando se encontraban en la calle. Jovino se avergonzaba de que sus hijos se vieran obligados a trabajar. José Antonio se colocó, a los 12 o 14 años, en una obra acarreando calderos de agua para hacer el cemento[35].
El familiar que lo había delatado llama a Jovino en su lecho de muerte para pedirle perdón, y Jovino lo perdona, según cuenta su familia.
Desde 1950, su salud quebrantada, y quizá también su estado de ánimo, le impiden salir de casa. En 1952 se quejaba en un escrito de su vejez prematura por las penurias y de la escasa instrucción que había podido dar a sus hijos[36]. José Antonio, todavía un adolescente, emigró a Filipinas, a finales de 1947, para trabajar en los negocios que la familia Mira Bertrand conservaba allí y que dirigía su primo José Vicente. José María  se colocó años más tarde en el Instituto Nacional del Carbón gracias a las gestiones de Carlos Bertrand Bertrand, primo suyo. El hijo mayor de Jovino, Arturo, emigró a Inglaterra hacia 1959 y residió allí unos veinte años.  Jovino vivió con su mujer en un cuarto alquilado hasta su muerte[37].
En abril de 1954, se reabre su expediente de depuración y el 31 de enero de 1955 se ratifica su destitución “con pérdida de todos los derechos salvo los de carácter pasivo que pudieran corresponderle”[38]. Eso significa que se le reconocía el derecho a una pensión de jubilación.
El 27 de abril de 1955, su hijo Arturo le trae la gran noticia: la Diputación le ha concedido finalmente la pensión por la que tanto había luchado. Jovino, de 67 años, murió de un ataque al corazón al día siguiente. Su familia piensa que murió de alegría. Morir de alegría: una suerte de justicia poética para quien tanto había sufrido. Gracias a su tenacidad, su viuda, Carmen, pudo disfrutar de una pensión durante el resto de su vida.
Por directriz del propio Jovino, su ataúd fue paseado por delante de la Diputación Provincial de Oviedo[39]. También siguiendo instrucciones suyas, su cuerpo reposa en un nicho del panteón familiar de los Bertrand en el cementerio del Salvador de Oviedo junto con Carmen  y María Salomé, y sus hijos fallecidos en la infancia, Jovino y Ramón, están enterrados en dicha sepultura junto a sus abuelos Arturo y Dolores[40].

[1] Esta cronología de los estudios de Jovino Bertrand García-Tuñón se desprende de los datos proporcionados por él mismo en el prólogo de su cuento “El idiota”, Colección de Novelitas Rápidas, Imprenta de Primitivo Fernández, 1903. Archivo de la familia Bertrand Vázquez. (N. de la A.).

[2] Testimonio de Azucena Vázquez Fernández, nuera de Jovino Bertrand García-Tuñón, a través de María Dolores Bertrand Vázquez.

[3] ‘El distrito cangués’, 26 de febrero de 1916, nº 145.

[4] Se conservan unas hojas con un vocabulario de esperanto de Jovino Bertrand García-Tuñón. Archivo de la familia Bertrand Vázquez. (N. de la A.).

[5] ‘El distrito cangués’, 26 de febrero de 1916, nº 145.

[6] Acta de defunción de María Salomé Aranguez Iglesias. Archivo de la autora.

[7] ‘La Voz de Asturias’, 2 de mayo de 1928.

[8] Testimonio de María Dolores Bertrand Vázquez, nieta de Jovino Bertrand García-Tuñón.

[9] Testimonio de María Luisa Bertrand Vázquez, nieta de Jovino Bertrand García-Tuñón.

[10] Escrito de Jovino Bertrand García-Tuñón al presidente de la Diputación Provincial de Asturias fechado el 21 de octubre de 1948. Archivo de la familia Bertrand Vázquez.

[11] Ibid.

[12] Expediente de Jovino Bertrand García-Tuñón, Comisión Liquidadora de Responsabilidades Políticas, Centro Documental de la Memoria Histórica, Archivo General de la Guerra Civil Española, Salamanca.

[13] ‘Región’, 26 de junio de 1931.

[14] ‘La Voz de Asturias’, 3 de octubre de 1931.

[15] https://esquierdafederal.wordpress.com/2015/12/03/manifiesto-de-la-agrupacion-republicana-federal-de-oviedo-a-los-ciudadanos-de-asturias-1931/ La Agrupación Republicana Federal de Oviedo formaría parte del Partido Republicano Federal, que resurgió en 1931 como heredero del  fundado en 1882 por el médico avilesino afincado en Gijón Eladio Carreño Valdés. (N. de la A.).

[16] ‘Región’, 26 de febrero de 1935.

[17] Testimonio de María Luisa Bertrand Vázquez.

[18] Bertrand García-Tuñón, Jovino, escrito citado al presidente de la Diputación Provincial de Asturias.

[19] Ibid.

[20] Testimonio de María Dolores Bertrand Vázquez.

[21]Testimonio de María Luisa Bertrand Vázquez y escrito citado de Jovino Bertrand García-Tuñón al presidente de la Diputación Provincial de Asturias, de 21 de octubre de 1948.

[22] Testimonio de María Dolores Bertrand Vázquez.

[23] El término ‘paseo’ es un eufemismo de fusilamiento o asesinato en el argot de la Guerra Civil Española. (N. de la A.)

[24] Testimonio de María Dolores Bertrand Vázquez.

[25] Archivo de la familia Bertrand Vázquez.

[26] Expediente de Jovino Bertrand García-Tuñón citado.

[27] Testimonio de José María Bertrand Mira, tras conversación con Carmen Álvarez López, viuda de Jovino Bertrand García-Tuñón.

[28] Escrito de Jovino Bertrand García-Tuñón al gobernador civil de Oviedo el 23 de junio de 1952. Archivo de la familia Bertrand Vázquez.

[29] Archivo de la familia Bertrand Vázquez.

[30] Anotación en el diario carcelario de Jovino Bertrand García-Tuñón. Archivo de la familia Bertrand Vázquez.

[31] Ibid.

[32] Testimonio de María Luisa Bertrand Vázquez.

[33] Archivo de la familia Bertrand Vázquez.

[34] Testimonio de María Luisa Bertrand Vázquez.

[35] Ibid.

[36] Archivo de la familia Bertrand Vázquez.

[37] Testimonio de María Luisa Bertrand Vázquez.

[38] Oficio de la Diputación Provincial de Oviedo fechado el 31 de enero de 1955. Archivo de la familia Bertrand Vázquez.

[39] Testimonio de María Dolores Bertrand Vázquez.

[40] Documento descriptivo del enterramiento elaborado por Jovino Bertrand García-Tuñón. Archivo de la familia Bertrand Vázquez.

Reproducción autorizada por la autora.