BLASCO IBAÑEZ, Vicente
(En Política, Nº 28. Julio-Agosto, 1998). Por José Esteban.
[Valencia, 1867-Menton, 1928]
Fue don Vicente Blasco Ibáñez el más republicano de todos nuestros escritores.Podemos decir que nació y, naturalmente, murió, republicano. Periodista siempre comprometido, se inició como tal en las páginas de una publicación antimonárquica "La Bandera Federal",semanario distribuido gratis en la región valenciana y fundado por el propio Blasco en 1889,cuando contaba veintidós años. Se trataba de una publicación del republicanismo federal más radicalizado.
El autor de La Barraca fue siempre partidario de una república federal, a ejemplo de los Estados Unidos de América. Su maestro, Pí y Margall, por el que sintió siempre un efecto rayano en la adulación.
Pero la aportación más extensa y más apasionante del Blasco periodista a la causa de la república española fue el diario El Pueblo. Fundó este "diario republicano de la mañana" el 12 de noviembre de 1894. Allí, durante años, publicó nuestro gran novelista cientos de artículos, con el vigor y impulso de luchador que siempre le caracterizó.
Este diario fue para Blasco Ibáñez su barricada personal, donde se batía contra tirios y troyanos, en lucha desigual contra la censura de la Restauración, que secuestraba el periódico y le llevaba a comparecer en sucesivos consejos de guerra. Uno de ellos le llevó a la prisión de San Gregorio, viejo convento del centro de Valencia.
Diputado en seis sucesivas legislaturas, su prestigio como orador, más mitinero que parlamentario, fue creciendo, así como su fama de escritor y periodista.
En 1910, nuestro novelista abandona España. "Yo -confiesa- nunca he sido un político al uso. Yo he sido un agitador, un romántico, y lo seguiré siendo".
Sus triunfos como escritor le llevan a América. Se convierte en el español más famoso del mundo. Sus novelas se venden por millones, pero nunca olvidará sus ansias republicanas. Así lo demuestra su última aventura periodística, España con honra, que reproduce la famosa frase de Prim, y que defendió los intereses republicanos en el París de los años veinte. En sus páginas, condenaban la Monarquía de Alfonso XIII y publicaron ilustres españoles, como Unamuno y Eduardo Ortega y Gasset.
Su etapa valenciana 1894-1898, fue la más rica en artículos y la más comprometida. Dedica entonces toda su energía, que era mucha, al republicanismo federal revolucionario. Creó su propio partido, Partido de Unión Republicana Autonomista, y que perdurará hasta la guerra civil.
Lo cierto es que El Pueblo es un instrumento usado por Blasco con habilidad para difundir sus ideas de revolución republicana, intentando crear en la ciudadanía el más alto nivel ideológico y una decidida conciencia política. Sus artículos –escribió uno de sus estudiosos, Paul Smith- revelan su intransigencia y el rechazo a las Cortes como medio de posibilitar un nuevo orden social en España. Sus ideas se acercan, al rechazar "lo existente" a los anarquistas y a los socialistas.
Blasco Ibáñez fue siempre un decidido defensor del pobre y desheredado. Ningún otro novelista de su tiempo, y quizá de todos los tiempos, ha retratado a los obreros como auténticos personajes de novela y ninguna condena más firme que la suya contra la explotación del proletariado por el capitalismo.
El segundo período de El Pueblo, 1899-1906, lo pasa Blasco en Madrid. Elegido diputado republicano a cortes. Desde la capital y desde su escaño, proclama a todo el pueblo español las verdades que antes dirigía en exclusiva a los valencianos. Blasco y Rodrigo Soriano, también diputado por Valencia, ambos escandalizan a un Congreso pazguato y dominado, con sus afirmaciones antimonárquicas y anticlericales, que pretenden levantar el ánimo del bajo pueblo español.
El espíritu animoso de Blasco Ibáñez, sufría un gran dolor ante las limitaciones a que le sometía el Parlamento y esto le llevó a alejarse de las Cortes. Seguirá entonces el ejemplo de Zola y otros grandes novelistas comprometidos, y se apartará de la acción directa. Su lucha por un mundo mejor se trasladará a sus novelas, al denunciar las muchas lacras sociales de la España de la Restauración y sus incontables injusticias y proclamando la necesidad de la revolución. Así se ve en sus novelas sociales aparecidas entre 1903 y 1906.
Blasco Ibáñez tuvo, además, una verdadera vida de novela. Fue colonizador en Argentina. Visitó las trincheras y defendió la causa de los aliados contra el militarismo alemán del 14. Una de sus muchas novelas, Los cuatro jinetes del Apocalípsis, le consagró en los Estados Unidos y le convirtió hasta su muerte en un escritor de fama mundial. Recorrió el país dando conferencias. Colaboraba en más de cien periódicos. El Congreso, puesto en pie, le aclamó.
Durante seis meses dio la vuelta al mundo, y así escribió La vuelta al mundo de un novelista. Los últimos años de su vida los pasó en la Costa Azul, en Menton, en un palacete que llamó "Fontana Rosa".
Murió el 3 de enero de 1929, tras un delirio que le llevó a musitar estas palabras:"¡Es Victor Hugo! Que pase, que pase. Mi jardín…,mi jardín…" Proclamada la República, la Marina española trajo su cadáver al Grao Valenciano, en octubre de 1933, en un acorazado de guerra, que escoltaron desde Francia dos destructores. Una multitud nunca reunida en Valencia tardó cuatro horas en recorrer los cuatro kilómetros del puerto al cementerio civil. "Quiero que mi cuerpo se confunda con esta tierra de Valencia, que es el amor de mis amores".
Leyendo las páginas de una poco conocida como interesante Historia de la revolución española, escrita por el joven Blasco en París en 1890, pueden encontrarse las claves de su pensamiento político. Siempre pensó que la revolución debe hacerse desde abajo.
Su literatura, debe también hacer reflexionar a los críticos en este año en que se conmemora la generación del 98, generación de la que nuestro novelista siempre estuvo excluído, a pesar de ser contemporáneo.
Hoy, sobre todo, a los republicanos, nos interesan sus artículos. Una selección de los mismos, siempre apasionantes, puede leerse en un librito con el título Contra la Restauración. Periodismo político, 1895-1904. Fueron recopilados en 1978. En ellos se puede ver al mejor Blasco, y constituyen un documento de inestimable valor. Nos permiten conocer al hombre y al político y sobre todo al republicano y comprender que gozan de total actualidad, al repetirse en nuestros días una nueva Restauración de características muy similares a las que vivió y sufrió el novelista valenciano.