FIGUERAS, Estanislao

(En Política, Nº 47. Marzo-abril, 2002). Por José Esteban

[Barcelona, 1810-Madrid 1882]

Había nacido en Barcelona y era, entonces, un muy ilustre abogado. En 1851 había sido elegido diputado republicano por Tarragona y continuó siéndolo en las restantes legislaturas por dicha ciudad o por Mataró. Era, en realidad, hombre de carácter débil e inseguro y durante su mandato se apoyó en Pi y Margall, que fue desde el principio el verdadero presidente.

En la sesión de Cortes del día 10 de Febrero de 1873, -divulgada ya la noticia de la inminente abdicación de Amadeo I- fue Figueras el primero en proponer la República como forma de Estado para salvar el país.

Fue Estanislao Figueras y Moragas uno de los más representativos políticos republicanos del siglo XIX, y llegó a ser el primer presidente de la primera República española

Con la proclamación de la República culminaba el proceso revo­lucionario que se había iniciado en septiembre de 1868 con el des­tronamiento de Isabel II. Figueras, en su discurso, dijo que aguar­daba la llegada de la República como "el iris de paz y de concordia de todos los españoles de buena voluntad", y Castelar, con su siempre encendido verbo, caldeó el ánimo de diputados y senado­res: "Señores: con Femando VII murió la monarquía tradicional; con la huida de Isabel II, la monarquía parlamentaria; con la renuncia de Don Amadeo de Saboya, la monarquía democrática; nadie ha acabado con ella, ha muerto por sí misma".

Antes de proclamarse la República, Figueras fue un gran activis­ta opositor. En 1865 había fundado el periódico La Igualdad, con el que se acrece más su importancia como la gran figura represen­tativa del republicanismo español. Las Constituyentes de 1869 hacen de él -proclamado diputado por cuatro distritos distintos: Madrid, Barcelona, Tortosa y Vich- el jefe de la minoría republica­na de aquellas Cortes; A esto habría que añadir su honradez, su elocuencia, su consecuencia política y su experiencia parlamenta­ria. Su actuación como jefe de esa minoría parlamentaria no pudo ser más acertada. Roque Barcia, otro prohombre del republicanis­mo, escribió: "Su práctica parlamentaria, su habilidad admirable para sacar partido de los más insignificantes pormenores de las sesiones y las inspiraciones del momento, que tenía siempre a mano para desconcertar a los adversarios, le hicieron uno de los adalides de la Cámara". Otro escritor del momento, Alfredo Opisso, añade: "No se ha visto ni se volverá a ver un táctico como Figueras. Era el verdadero amo de las Cortes".

Durante el breve reinado de Amadeo I, Figueras forma con Castelar y Pi y Margall el directorio republicano federal, promoviendo campañas en pro de una República de este tipo. Proclamada la pri­mera República es nombrado presidente de su primer Ministerio, o presidente del Poder Ejecutivo, y no presidente de la República, dado que ese cargo no existía en la Constitución.

En su primer gabinete, figuraban ya Castelar (Estado), Salmerón (Gracia y Justicia) y Pi y Margall (Gobernación). Hay que decir que la gestión de Figueras al frente del Ejecutivo se distinguió por cierta debilidad y hasta ineficacia, y hubiera cesa­do antes si no hubiera sido por el enérgico apoyo de Pi y Margall.

Así, después de salvada por Pi y Margall la primera intentona de Marros de 24 de febrero de 1873, Figueras completó un nuevo ministerio formado exclusivamente por republicanos, el llamado ministerio de los pájaros (debido al nombre de los ministros Chao, Sonü, Tutao y Pi). Este nuevo gobierno tuvo accidentada vida: dis­turbios en Andalucía, insubordinación separatista de Cataluña, rebelión de la Diputación de Barcelona, que se erigió en gobierno autónomo, indisciplina militar, conspiraciones monárquicas y la guerra carlista. Todo esto era demasiado para las pocas energías de Figueras, que se apoyaba, una vez más, en el verdadero presidente: don Francisco Pi y Margall.

Marros intenta un nuevo golpe de Estado el 23, que es abortado por don Nicolás Estévanez, a la sazón gobernador de Madrid. Entre tanto, estalla en las provincias el movimiento cantonalista, las circunstancias se agravan y el l5 de junio, reunidas las Cortes, votan la República federal, eligiendo el día 9 presidente a don Francisco Pi y Margall. Figueras, hombre bondadoso, había perdi­do todo su prestigio y toda su autoridad y atemorizado y harto de aquel estado de cosas, escapa a Francia. Esta poco honrosa retirada ocasionó gran revuelo político, pero pronto se olvidó al fugitivo, mientras se sucedían cambios en los ministerios: Castelar y Salme­rón se conjuraron para hacer dimitir a Pi y Margall.

Figueras volvió a su patria para ver caer la República y fueron vanos sus intentos de última hora para unir las diversas tendencias republicanas. Con la Restauración (30 de diciembre de 1874), el papel político de Figueras pasa a un muy segundo plano, si bien en 1880 funda el partido federal orgánico y trabajó mucho en pro de la unión repu­blicana, después de haberse entrevistado en París con Ruiz Zorri­lla, con el que llegó a un completo acuerdo.

En estos trabajos le sorprendió la muerte, en Madrid, el 11 de noviembre de 1882. Fue enterrado civilmente, y diez años después sus restos fueron trasladados al mausoleo que en su honor y mediante suscripción nacional se erigió en el nuevo cementerio civil de Madrid. Mientras vivió su primera esposa, fue católico practicante, pero después se hizo librepensador.

Se distinguió sobre todo don Estanislao Figueras como abogado, siendo su bufete uno de los más estimados en su época y él mismo considerado como uno de los mejores abogados españoles de todos los tiempos.

Su retrato fue colocado en la Galería de Catalanes Ilustres, del Ayuntamiento de Barcelona, el 22 de mayo de 1906.