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El asesinato de Gabaldón o la excusa para fusilar a 13 Rosas

El historiador Benito Díaz publica su última obra sobre la muerte a tres kilómetros de Talavera del entonces comandante de la Guardia Civil, en julio del 39. No tuvo nada que ver con un atentado premeditado.

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El asesinato de Gabaldón o la excusa para fusilar a 13 Rosas

El historiador y profesor de la  Universidad de Castilla-La Mancha Benito Díaz acaba de publicar un nuevo libro, en este caso sobre la curiosa historia del asesinato del comandante Isaac Gabaldón, en julio de 1939, a escasos tres kilómetros de Talavera. Lo más extraordinario de este suceso, apenas tres meses después del fin de la Guerra Civil, fue todo lo que trajo después, las teorías de la conspiración de un asesinato que disfrazaron de atentado y que supuso la excusa perfecta para el fusilamiento de las conocidas Trece Rosas, aunque nada tenían que ver.

El libro ‘El asesinato del comandante Gabaldón. Conspiración, bulos y fusilamiento de las Trece Rosas’ recoge no solo cómo y por qué se produjo sino fundamentalmente lo que generó después, la relevancia que consiguió Gabaldón «a pesar de ser un hombre sin trascendencia ni capacidad durante su vida», y el enredo en el que se vieron envueltos grandes personajes del régimen franquista a los que se acusó de su muerte.

Nada más lejos de la realidad. Díaz asegura que Gabaldón, comandante de la Guardia Civil y miembro del SIPM (Servicio de Investigación y Policía Militar franquista), fue asesinado «por casualidad» al cruzarse en el camino de tres jóvenes, miembros de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), tras frustrarse un atraco que planeaban en Oropesa. El militar fue asesinado a tres kilómetros de Talavera, cuando viajaba en un coche junto a su hija de 15 años y el chófer, lo que generó un espiral de bulos e informaciones falsas.

El historiador talaverano explica que Gabaldón no custodiaba el Archivo de la Masonería y el Comunismo, ni tampoco fue miembro de la Quinta Columna madrileña, pero tenía fichas o libretas sobre gente importante de la ciudad a las que investigó aunque sin mucho conocimiento real, porque no solo recoge a republicanos, sino también afines al régimen. Entre ellos, las de personas como Antonio Hesse Corral, Julio García-Moya o Emilio Borrajo, incluso tiene datos del ilustre Juan Ruiz de Luna, «al que critica porque tenía amigos de distinta ideología». En esta información, en supuestos archivos del comunismo y la masonería y en otra que creen que poseía sobre un doble juego realizado en la Guerra Civil, radica el argumento que utilizaron para inventar que había sido un atentado organizado primero por los comunistas, después por los de su misma ideología.

Con esto, Isaac Gabaldón fue mucho más importante tras su muerte que en vida, donde apenas destacó, llegándose a implicar en su asesinato al entonces capitán Manuel Gutiérrez Mellado, que llegó a ser vicepresidente del Gobierno y figura relevante en la Transición Española.

Este suceso, en principio misterioso, supuso una cadena de informaciones y bulos promovidas por autoridades franquistas y recogidas por la prensa del momento a pesar de que, según el historiador, «nada tuvieron que ver con la realidad». Los comunistas desmintieron el atentado premeditado asegurando que de ser así, «hubieran buscado a alguien de mayor relevancia».

Aún así, el entonces ministro de Interior, Serrano Suñer, pidió una «enérgica respuesta» al asesinato de Gabaldón, y además de fusilar a los tres autores materiales, se fusiló a 64 personas más, la mayoría sin ningún tipo conexión con el caso, y algunas tan significativas ahora como las 13 Rosas.

«No tuvieron nada que ver con el asesinato. Estaban ya en la cárcel antes de que se cometiese y no podían haber sido las autoras materiales ni intelectuales, fue la excusa», resalta Díaz. Al igual que un matrimonio de jornaleros o una joven de 16 años que tampoco sabían nada, fueron «falsedades que demostraban las miserias del régimen franquista». «Las cosas a veces son mucho más simples de lo que nos creemos, es un cúmulo de circunstancias».

Desde el año 97.  El historiador Benito Díaz se ha sentido atraído por el caso del asesinato de Isaac Gabaldón desde 1997, cuando  encontró información sobre el tema y empezó a investigar. A partir de ahí, «leí miles de folios» porque existen muchísimos libros que hablan de Gabaldón como el impulsor del fusilamiento de las 13 Rosas. Fue en el confinamiento cuando Díaz encontró el tiempo para dar forma a un trabajo que, con la colaboración de Arrabal, completará la documentación de un asesinato que vendieron como premeditado, aunque nada tuvo que ver.

Artículo original: Leticia G. Colao https://www.latribunadetoledo.es/

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