Franquicia Postal. Cortes Constituyentes. II República española. (Imagen: Wikipedia)

La forma de gobierno republicana es más racional y acorde con los principios democráticos

Franquicia Postal. Cortes Constituyentes. II República española. (Imagen: Wikipedia)
Franquicia Postal. Cortes Constituyentes. II República española. (Imagen: Wikipedia)

Es probable, mejor seguro, que en estos momentos tan dramáticos hablar y recordar la Segunda República con motivo de su 89 aniversario a bastantes pueda parecerles inconveniente. Lo entiendo. Yo también estoy profundamente apenado, como mínimo igual a los que me puedan acusar de inoportuno, por esta avalancha de muerte de mis compatriotas por el coronavirus, mas eso, creo que no es óbice para hablar de otras cuestiones, como es nuestra forma de Estado. Los símbolos en la política, como en otros aspectos de la vida, son muy importantes.

Que la República es más democrática que una Monarquía hereditaria es una obviedad. Idea que expuso en un memorable discurso el socialista Gómez Llorente en el Congreso de Diputados el 11 de mayo de 1978, del que expongo luego las ideas fundamentales.

“En la elaboración de la Constitución, los socialistas asumen la responsabilidad de replantear todas las instituciones básicas de nuestro sistema político sin excepción, incluso la forma política del Estado y la figura del Jefe del Estado. No creen en el origen divino del Poder, ni  en el privilegio  por razones de linaje. Ni aceptan la Monarquía como una situación de hecho. Defienden la República: por honradez, por lealtad con su electorado, por las ideas del partido, porque sienten el  mandato  de los republicanos que no han podido concurrir a las elecciones. Reafirman la forma de gobierno republicana, al ser la más racional y acorde con los principios democráticos.  Del principio de la soberanía popular se infiere que toda magistratura deriva del mandato popular; que las magistraturas representativas son fruto de la elección libre, expresa, y por tiempo definido y limitado.  La limitación no sólo en las funciones, sino en el tiempo de ejercicio de los magistrados que representan a la comunidad, es una de las ventajas más positivas de la democracia, pues permite resolver pacíficamente, por la renovación periódica el problema de la sustitución de las personas, mas por el contrario, es muy conflictivo la sustitución de los gobernantes no electos.  Además para un demócrata, ninguna generación puede comprometer la voluntad de las generaciones sucesivas.  Los socialistas aspiran a la igualdad y se esfuerzan por compatibilizar la libertad y la igualdad, de ahí sus reparos a la herencia. ¿Cómo no vamos a ser contrarios a  que la jefatura del Estado sea hereditaria? Estas ideas no tienen su génesis en el propio pensamiento socialista, sino en el liberalismo radical burgués. Mas los socialistas son republicanos no sólo por razones de índole teóricaPertenecen, a un partido, que se identifica con la República, no en vano, fue el pilar fundamental en el régimen del 14 de abril de 1931. Fue baluarte de la República, cuando no hubo otra forma de asegurar la soberanía popular, la honestidad política y, en definitiva, el imperio de la ley unido a la eficacia en la gestión. Si hoy el PSOE no se empeña como causa prioritaria en cambiar la forma de Gobierno es porque alberga razonables esperanzas de compatibilizar  la Corona y la democracia, y que la Monarquía sea una pieza constitucional, que sirva para los Gobiernos de derecha o de izquierda y que viabilice la autonomía de las nacionalidades que integran el Estado. Por ello aceptan lo que resulte en este punto del Parlamento constituyente”.

Hoy, en 2020 son otros tiempos. Y se podría plantear un referéndum sobre Monarquía o República. Y hacerlo, no supondría ningún cataclismo cósmico, como desde determinadas fuerzas políticas y numerosos medios nos quieren hacer ver. No tengo dudas que seguiría saliendo el sol, y seguirían el curso las estaciones. Por otra parte ¿hubieran ejercido peor la Jefatura del Estado Ernest  LLuch, Francisco Tomás y Valiente o Adolfo Suárez que el cazador de elefantes en Botswana?

Hablar de la Segunda República obliga a hacerlo inevitablemente también de Manuel Azaña, ya que el fue su gran impulsor y defensor. Representa el símbolo de la Segunda República . No quiero detenerme en detalle en los intentos del régimen republicano por abordar determinados problemas que venían desde hace tiempo y que no los trajo la Segunda República . Lo que hizo fue ponerlos encima de la mesa. El problema de vertebración territorial, el militar, el religioso, el agrario, el educativo, el social, etc. Creo que son bastante conocidos y no es el momento de describirlos. Esa fue la gran pretensión del régimen republicano. El encauzarlos y resolverlos de una manera razonable y así modernizar a España como otras naciones de nuestro entorno. Y esta  fue  la pretensión  de Manuel Azaña. Obviamente la Segunda República , como toda acción política humana no fue perfecta. Pero si que estuvo impregnada de un profundo sentido ético. Para conocer qué fue la Segunda República , me parecen muy oportunas las palabras de Azaña, extraídas de La Velada de Benicarló: Diálogo de la Guerra de España de Manuel Azaña. Según el mismo autor, fue escrita “dos semanas antes de la insurrección anarquista de mayo de 1937 en Barcelona contra la República y la Generalitat”. En plena guerra civil y en medio de este dramático enfrentamiento dentro del bando republicano. Es un momento que en España corría mucha sangre y había mucha violencia, en el que el Presidente de la República está desilusionado por el fracaso del sistema republicano, en el que había depositado tantas ilusiones. Ahora se siente un político amortizado.

Es una obra que tiene la forma del diálogo, que permite su representación teatral. Participan once personajes y aunque Azaña nos advierta en el prólogo: “Sería trabajo inútil querer desenmascarar los interlocutores tratando de encontrar personajes concretos”, algunos podrán estar identificados. El doctor Lluch, de la Facultad de Medicina de Barcelona sería Negrín. Claudio Marón el abogado sería Ossorio y Gallardo. Pastrana, prohombre socialista sería Indalecio Prieto. Barcala el propagandista, Largo CaballeroAzaña estaría representado doblemente en Elíseo Morales, como escritor   y en Garcés, como ex ministro. El resto serían: Miguel Rivera, diputado a Cortes. Blanchart, comandante de infantería. Laredo, aviador. Paquita Vargas, del teatro. Un capitán. Las personas que participan en el diálogo representan corrientes de opinión mayoritarias en al España republicana, y llama la atención que no participen los anarquistas por su negación del Estado en sí (objetivación de la razón política de Azaña), y catalanistas y nacionalistas vascos por su ataque al Estado español.; lo que tiene cierta lógica, si tenemos en cuenta su concepción racionalista del Estado. Todos los demás prototipos, el republicano, el intelectual, el socialista moderado, el socialista radical, el comunista, el militar republicano, a pesar de sus diferencias, participan ya que todos ellos tienen el mismo ideal: la defensa del Estado republicano.

Hay un diálogo muy interesante y toda una visión certera de la Historia de España.Me parece impresionante. ¡Qué bien conocía nuestra Historia!

Barcala (Largo Caballero) dice: ¡El diablo que entienda a este país!
Responde Morales (Azaña): La sociedad española busca, hace más de cien años, un asentamiento firme. No lo encuentra. No sabe cómo construirlo. La expresión política de este desbarajuste se halla en los golpes de Estado, pronunciamientos, dictaduras, guerras civiles, destronamientos y restauraciones de nuestro siglo XIX. La guerra presente, en lo que tiene de conflicto interno español, es una peripecia grandiosa de aquella historia. No será la última. En su corta vida, La República no ha inventado ni suscitado las fuerzas que la destrozan. Durante años, ingentes realidades españolas estaban como sofocadas o retenidas. En todo caso, se aparentaba desconocerlas. La República, al romper una ficción, las ha sacado a la luz. No ha podido ni dominarlas ni atraérselas, y desde el comienzo la han atenazado. Quisiéralo o no, la República había de ser una solución de término medio. He oído decir que la República, como régimen nacional, no podía fundarse en ningún extremismo. Evidente. Lo malo es que el acuerdo sobre el punto medio no se logra. Aquellas realidades españolas, al arrojarse unas contra otras para aniquilarse, rompen el equilibrio que les brindaba la República y la hacen astillas. En cierta ocasión escribí que entre los valedores de la República debía establecerse un convenio, un pacto como aquel que se atribuyó a los valedores de la Restauración. No me hicieron caso, es claro. ¿Por qué habían de hacérmelo? Hemos visto ya desde 1932 a ciertos republicanos  conspirar con los militares; y a otros (los menos) desfogar su impotente ambición personal en una demagogia descabezada. Pero un régimen que aspire a durar necesita una táctica basada en un sistema de convenciones. Más lo necesitaba la República, recién nacida, sin larga preparación política, entre el estupor pasajero de sus enemigos tradicionales y la aquiescencia condicional, reticente, amenazadora de algunas masas. Tenía que esquivar la anarquía y la dictadura, que crecen sin cultivo en España. Conocida la realidad, era indispensable el convenio táctico. No quiere decir engaño ni farsa. Por lo visto, nuestro clima no es favorable a la sabiduría política. La República, dando bandazos, ha venido a estrellarse en los abruptos contrastes del país.

Más adelante Marón (Ossorio y Gallardo):

Una transformación social en España era inevitable y dentro de ciertos límites, provechosa, justa. La República quiso emprenderla por sus medios. El intento y la estúpida leyenda de la amenaza comunista, han dado pretexto y temas a la rebelión militar. Producido el alzamiento, era fatal la repercusión en el otro lado. La indisciplina militar sirvió de acicate a otras indisciplinas. El río se ha desbordado por ambas márgenes. La República flota todavía en medio de la corriente. Empeñarse en remontarla habría sido naufragio seguro, perdiéndose todo, lo legal y lo revolucionario. Que existe de hecho una revolución, no lo desconocerá usted. Tampoco niego que será menester ordenarla, consolidarla. A su sombra se han cometido desmanes y crímenes. Siempre pasa lo mismo en la revolución.

Quiero terminar con una queja más que justificada. ¿Conoce realmente la sociedad española la Segunda República? La respuesta la dejo a cada cual. No obstante, mis alumnos de Historia de España estoy seguro que no la desconocen.

Existe en Ciudad de  México el Colegio Madrid, tal como describe su página Web,  creado en 1941 por el gobierno de la Segunda República Española para proteger y formar a una niñez proveniente de la guerra civil, quienes fueron generosamente acogidos por el México cardenista y que con el tiempo se convertiría en una institución mexicano-española. Los directivos y maestros de las primeras generaciones se formaron como docentes y planificadores durante el proyecto educativo de la Segunda República Española (1931-1939), uno de los más ambiciosos e innovadores del siglo XX. Entre sus fundamentos: la dignificación del trabajo docente, la formación integral de niños y jóvenes hacia la ciudadanía y el desarrollo de sus potencialidades por medio de la aplicación de las didácticas más modernas de su tiempo. El proyecto pedagógico del Colegio Madrid se basó en los valores republicanos de justicia, equidad y democracia y tuvo como antecedentes directos las ideas de la Escuela Nueva, así como la Institución Libre de Enseñanza y el Instituto Escuela, centros educativos emblemáticos de finales del siglo XIX y principios del XX en España. Estos antecedentes resaltaban la importancia de una educación centrada en el alumno y su formación, de carácter liberal en sus dimensiones política y social, estrictamente laica y hacia una comprensión científica y humanista del mundo. Valores que siguen vigentes en su proyecto educativo actual.

 Y todos los años recuerdan y  hacen un homenaje a la Segunda República. Realmente conmueve profundamente cómo sus alumnos en un acto muy solemne en el patio del colegio desfilan con la bandera republicana, entonando el himno de Riego el  14 de abril de 2016 con motivo del 75 aniversario de su proclamación.  Lo he visto y oído muchas veces y cuantas más veces lo hago, más me conmueve. Ver vídeo. más abajo.

Igualmente me emocionan las redacciones  que con motivo del 75 aniversario de unas alumnas: de Primaria, Lorena Delgado; de Secundaria, María Elisa Ornelas; y de Bachillerato, Daniela Mondragón. Están colgadas en la página Web del colegio:  colegiomadrid.edu.mx. Merece la pena leerlas.  En todas ellas respira el espíritu y los valores de aquel periodo, tan  lamentablemente olvidados en esta nuestra querida España. De ese  lamentable olvido  es responsable en gran parte  la izquierda española que durante la Inmaculada Transición, el segundo acontecimiento más importante de la Historia después de la Creación del mundo, tuvo que hacer muchas concesiones y entre ellas, la de asumir que la democracia se inició en España con la Constitución de 1978, y no con  la Segunda República.

Artículo firmado por Cándido Marquesán Millán. NuevaTribuna.es

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